lunes, 9 de agosto de 2004

La ciudad me ha recibido con su cara más gris. Es agosto, pero llueve. La ciudad está gris. Y el taxista sintonizaba una emisora de radio de la que salían canciones melancólicas, tristes. Las calles vacías, los pasillos del edificio desiertos, no he visto a nadie, no me he cruzado con nadie. Y, además, tengo que trabajar. No me molesta, me gusta, tengo la necesidad de trabajar, pero hoy el día no me ha recibido con alegria. Tal vez mañana...

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