martes, 26 de julio de 2005


Sin palabras. 25.000 minutos de silencio.

lunes, 25 de julio de 2005

Disparar a matar. Impunidad. La justicia en manos de un sólo hombre, un hombre solo, armado, aterrorizado, paranóico. Sin juicio previo, sin jurado, sin trámite de audiencia. Sólo un hombre armado y asustado decide. Y se equivoca, claro. Inmpunidad. Impotencia. Indignación. Y sigue obstinado en el error, saltándose las mínimas reglas. Increíble.

miércoles, 20 de julio de 2005

Concédeme la sabiduría para saber ver que mis actos pueden afectar a otros, que no tienen por qué entender mis motivaciones ni mis circunstancias. Hazme capaz de discernir el momento en que está muy cerca el límite hasta donde mis compromisos me dejan llegar. Procúrame el valor para detenerme y echar marcha atrás, antes de dañar a nadie. Todo ello por mi bien y el de los que me quieren. Amén.

domingo, 17 de julio de 2005

Siempre he presumido de mi familia. Grande, unida, una especie de tribu que se moviliza ante lo bueno, siempre, con alegría. Por eso me encantan las fiestas familaires, cualquiera de ellas. Tíos y primos que no veo desde hace años, nos abrazamos, nos reímos y baliamos, al son que sea, da igual. También nos apiñábamos en lo malo con la misma pasión. Hace unos años, uno de mis tios sufrió un infrato en mi ciudad, estando de vacaciones, y a las puertas de la UCI, todos hacíamos guardia para poder entrar a verle, detrás de un cristal, las dos veces al día que nos lo permitian. ¡Y qué decir de los fallecimientos!. Allí estamos todos, sufriendo la pérdida, la marcha del ser querido, porque así son todos, queridos. Todos distintos, todos de distintos ambientes, pero todos con la misma sangre que nos une, a pesar de que uno sea taxista, otra dependienta, otra ama de casa, varias universitarias, otros obreros, junto a otros altos ejecutivos de empresa.
Por eso no puedo evitar ahora la sensación de que esto se desmembra, se hunde, se separa de manera ineludible. Varios flancos abiertos, hermanos que no se hablan, primos que no nos vemos, hijos que se han peleado. Igual es lo normal, teniendo en cuenta que somos tantos y tan distintos, pero me da tanta pena, que no se me quita el nudo del corazón. Unas rupturas -temporales, espero- me tocan más cerca, otras están lejos, pero todas me duelen. Y percibir que la tribu, el clan familiar, se descompone me produce una gran inseguridad. Inseguridad en los afectos, en los nudos ineludibles que nos hacen entender el mundo de la misma manera y saber que nos tenemos unos a otros, que basta una mirada para saber qué decimos, qué pensamos, qué sentimos. Y no me gusta esa sensación.

viernes, 15 de julio de 2005

Nos duele lo que ha pasado tan cerca porque nos recuerda lo que nos pasó. Hacemos homenajes, minutos de silencio, recordatorios. Nos preguntamos por qué, anonadados, sin entender. Pero yo me pregunto por qué no hacemos lo mismo cuando las noticias nos llegan de lejos. Hace unos días, veinticinco niños murieron en Irak cuando recogían caramelos que les daban los soldados americanos (trágica metáfora real). Y no pasa nada, no nos alteramos, no hacemos homenajes, no nos paramos, no nos quejamos, no nos cuestionamos el por qué. ¿Donde está nuestra sensibilidad? ¿en nuestro ombligo?. Pues qué pena.

sábado, 9 de julio de 2005

Han sido cuatro días magníficos. Empezaron con un correo hermoso, que se coló en mi bandeja de entrada y ha conseguido hacerme sonreir cada vez que he traído su contenido a mi recuerdo. Qué bonito escribe su autor y qué fácil le resulta hacer que una mujer se sienta importante. "Lo difícil sería olvidarla, señora mia". El escenario de estos días era perfecto: la playa a un lado, la montaña al otro, vegetación exhuberante. La primera noche, en la terraza del hotel, charlando con amigos, con una copa de vino blanco, la brisa del mar, la noche cálida, ya presagiaba que los días siguientes serían buenos. Y lo han sido. Ha dado tiempo de todo, trabajar relajadamente, charlar sin acritud de problemas comunes, baños de sol y agua de mar, tratamientos de hidroterapia, sauna, hamman, jacuzzi. Paseos nocturnos por el paseo marítimo, buena comida, compañía agradable. Sólo la llegada de ese mensaje, durante unos minutos, me dejó desconcertada, como cada vez que reubico afectos y se me descolocan. Pero decidí no darle importancia, tomarlo de manera lúdica y divertida, sin darle ninguna trascendencia, porque no la tiene. Dejé de pensar en ello, aunque de vez en cuando lo he buscado en mi móvil comparando divertida, igual que he releido ese correo hermoso. Relajada, cargada de energía, me da casi miedo chapotear otra vez en la realidad cotidiana, esa que, en este momento veo tan fútil, tan poco relevante y tan oscura, todo a la vez.

martes, 5 de julio de 2005

Sensaciones agridulces. Normalmente, el evento supone el despegue de la carrera, la culminación de lo que quieres, la manifestación pública de que estás ahí, que lo has trabajado y que darás guerra porque eso es lo que te gusta y lo que haces bien. Pero el de ayer, junto a esa alegria por la tarea bien hecha y, por fin teminada, dejaba entrever la tragedia del abandono, del rechazo injusto, cruel. Lo de ayer parecía, más que nada, la chulería, bendita, de la aspirante frente al representante de lo peor de la institución, eso que nos critican tanto y que, ante situaciones como la que se escenificó ayer, nos dan tan pocos argumentos para la defensa.
Por regla general, un acto como el de ayer te deja una sensación de alivio, de tranquilidad, pensando que tu parte está hecha y ahora depende de los demás afianzarte. Pero ayer, al termino del acto, quedaba la desolación de pensar que para nada había servido el sacrificio. Tristeza cuando debía haber habido alegría, mucha alegría. Alegría con su puntito triste. Demasiado agridulce.

domingo, 3 de julio de 2005

Todo es relativo. Es una frase hecha que casi siempre es cierta. Cuando hace ya once años decidí cambiar de aires, por muchas razones, alguna de las cuales no tenían nada que ver con lo laboral, me prometí a mi misma que nunca me arrepentiría de ello. Aplicando mi sentido de la autodisciplina espartana, así ha ocurrido. Lo que no significa que, a veces, en algunos momentos, sea difícil mantener la promesa. Por eso, nunca he roto los vínculos con mi origen, con mis varios orígenes. Así es más fácil la catarsis. Porque no soy capaz de tomar de cada sitio un poco, de picar afectos y cariños. Suelo exprimir cada lugar al máximo, hasta la saturación, hasta la extenuación, hasta que aparece ese deseo irrefrenable de huír, de escapar. Ahora me vuelve a pasar. Ha sido un año duro, lleno de sensaciones, de distinto tipo y condición, con mucha intensidad, con grandes dotes de pasión y dedicación, como me ocurre con casi todas las cosas a las que me entrego. A estas fechas me encuentro exhausta, agotada, cansada, exprimida, liquidada. Hoy me he sorpendido echando de menos a amigos a los que hace tiempo no frecuento, queriendo encontrarme en otro lugar, huyendo de éste y de los problemas y compañeros de viaje que aquí tengo, queriendo salir de la dinámica que, como pescadilla que se muerde la cola, me lía en su laberinto. Volar y huír, aunque sea temporalmente, durante unos días, para volver renovada, sin posos, si es que eso es posible.

sábado, 2 de julio de 2005

Me llama para contarme que la Princesa de ojos grandes pasó un día feliz, celebrando la noticia, esa que nos da más igualdad. A sus diez años, la Princesa disfruta de estas cotas de libertad, sobre todo mental, que a otras nos costó asumir, siquiera sea por la educación recibida en casa. La envidio por ello. Pensar sin taras debe ser relajante. Las que hemos recibido otra formación debemos estar siempre alertas para evitar que se nos vaya el subsconsciente domesticado hacia lugares donde no impera el sentido común y la lógica.
Su madre me llama y me invita a salir hoy a la calle las tres, a celebrar la buena nueva, a darnos un baño de tolerancia, de normailización, de risas y de vida. Estoy encantada con la idea. Me gusta ver cómo la Princesa va interiorizando que una persona es buena persona, sin que importe con quién comparte tálamo y vida. Es tan evidente. Y mi Princesa lo sabe ya, a sus diez años. Y eso también debe celebrarse hoy.

viernes, 1 de julio de 2005

Una noche con Serrat
I. "Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda

una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan

una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo

una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda"
(Con Benedetti, claro).

No estaría mal que te mirasen así alguna vez.

II. "A menudo los hijos se nos parecen,
así nos dan la primera satisfacción;
esos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.

Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, hay que domesticar.

Niño,
deja ya de joder con la pelota.
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.

Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos
para dormir.

Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada
y en cada canción.

Niño,
deja ya de joder con la pelota.
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.

Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día
nos digan adiós".


¡Cómo no! Todos mis miedos en verso y música.

III. "Fue sin querer...
Es caprichoso el azar.
No te busqué
ni me viniste a buscar.
Tú estabas donde
no tenías que estar;
y yo pasé,
pasé sin querer pasar.
Y me viste y te vi
entre la gente que
iba y venía con
prisa en la tarde que
anunciaba chaparrón.
Tanto tiempo esperándote...

Fue sin querer...
Es caprichoso el azar.
No te busqué
ni me viniste a buscar.
Yo estaba donde
no tenía que estar
y pasaste tú,
como sin querer pasar.
Pero prendió el azar
semáforos carmín,
detuvo el autobús
y el aguacero hasta
que me miraste tú.

Tanto tiempo esperándote...

Fue sin querer...
Es caprichoso el azar.
No te busqué,
ni me viniste a buscar".


Igual hay que cambiar de estrategia: asumirlo y seguir luchando hasta volver a ganar y a perder.
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