miércoles, 22 de noviembre de 2006

Hoy hace 31 años mi madre tenía 33, mi hermano apenas 3 y yo estaba a punto de cumplir 8. Y nuestra vida cambió para siempre hasta ser la que es hoy.

martes, 14 de noviembre de 2006

Me despierto y a los pocos segundos se instala ahí, justo bajo el esternón, se retuerce poco a poco y comienza a apretar. Y ya no se mueve en todo el día. Yo lo ignoro, conscientemente a veces. Otras el trabajo, las charlas, hasta las risas hacen que no me de cuenta de que está, que casi me olvide de que está. Entonces se revuelve, se retuerce más, se revuelca por mi estómago y yo vuelvo a ser plenamente consciente de él. Un té a media tarde lo calma algo y luego el cansancio lo adormece, hasta que me despierto y vuelve a instalarse ahí, en el mismo sitio cada día, doloroso, familiar, casi compañero.

lunes, 13 de noviembre de 2006

En el armario frente a mi mesa en mi desapacho de la Facultad hay una fotocopia en color de una foto. En ella aparecemos tres personas. M. C., morena, preciosa, con sus ojos negros grandes, vestida de flamenca en la feria de mi ciuda; a su izquiera estoy yo, con una camista de rayas roja y blanca, sonriendo a medias. Nos enmarca S, amigo de ambas. Ese día fue un reto para todos. Aparecimos los tres juntos, cuando M. C. tenía prohibido el trato con S. Y desafiantes dejamos prueba gráfica del encuentro, rodeados de compañeros y ex-compañeros. Disfrutamos ese día y M. C. dio otra prueba de su valentía, esa que no se le presume debido a su dulzura en el trato.
El otro día hablé con los dos. Hacía mucho que no sabía de ellos. S, después de los avatares de su vida, estaba esperando a su tercer hijo, hija, Rocío, que llegó al poco sanota y rosada, como me dijo en su sms. M. C. me habló de su divorcio, después de años de soportar el maltrato piscológico de su marido, ese que no se ve, pero que se intuye, que la redujo a un trapo inútil, que la tachó de mala madre y peor esposa, que la dejó inservible, hasta que en un arranque de valentía, otro de los que no te imaginas sabiendo su forma de ser dulce y serena, dió el paso y le echó de su vida, hace sólo unos meses. Ambos recibieron mis besos, abrazos y promesas de visita y cariño.
Respecto a mi, poco ha cambiado desde esa foto, casi nada...

viernes, 10 de noviembre de 2006

Últimas noticias me desasosiegan. Como diria Obelix, estos romanos -occidentales- se han vuelto locos. Y lo peor es que nos volverán locos a nosostros, a todos. Después del numerito de los líquidos, que impedirán que una suba al avión con su maletita fin de semana, sin tener que esperar a ver cómo se la pierden y se queda sin lo poco que suele llevar para viajes cortos, viene el numerito de la ensaimada. Ahí debo reconocer que, como decía D. Manuel, España es diferente. ¡Pues claro!. ¿A quién se le iba a ocurrir calificar a la ensaimada como arma de destrucción masiva? Ni a la sobrasada. ¿Y un bocadillo de tortilla española con el huevo poco hecho, como a mi me gusta?. ¡¡¡Armas de destrucción masiva!!!! Qué tontería. Otra cosa es el colesterol, los triglicéridos y la glucosa. ¿Guerra química?. Quién sabe.
Tal vez deberíamos preguntarle a la Ministra de Sanidad surafricana, experta entre las expertas. Ya sé, ya sé. El ajo no cura el SIDA, pero pone serios impedimentos al contagio. Porque, a ver, ¿quién ha ligado después de comerse una tapa de patatas al alioli?. No iba tan descaminada la muchacha, no.
Y a propósito de D. Manuel... Estaba yo tumbada en la camilla del Centro de belleza, recibiendo un masaje relajante cuando la masajista me soltó el chisme. "Ahí llega D. Manuel". Sí, sí, en carne mortal, D. Manuel va al mismo Centro de belleza que yo. "Mala publicidad", le dije. Acude a rehabilitación de su rodilla. Pobre. ¿Secuelas del baño en Palomares o excesos de sobrasada? Y volvemos a las armas de destrucción masiva. Si es que el mundo es un pañuelo.

domingo, 5 de noviembre de 2006

Sadam Husein condenado a morir en la horca. Me dan escalofríos y no es porque estemos en noviembre. Morir en la horca. La humanidad, en pleno siglo XXI, dando a luz titulares propios de hace siglos, volviendo a la prehistoria. Qué poco avanzamos, por mucha tecnología que pretendamos poseer. La maquinaria del Estado, del pobre, frágil, intervenido Estado irakí cayendo en los mismos errores de siempre. Yo hoy siento frío. Y no es porque llueva en la calle -y dentro de casa-, el día sea triste y sea noviembre.

miércoles, 1 de noviembre de 2006

Noviembre, otra vez. Como cada año. Este empieza con sol, calentito, incluso. Pero a mi se me empieza a colar el frio por los huesos. El frío que llegará, poco a poco. Ojalá tenga mucho trabajo, muchas cosas en la cabeza y no pueda pensar en noviembre, en sus fechas, en sus días, en sus efemérides. Con lo ternita que ando, noviembre no es buen mes. Y luego, de golpe, como en un tobogán, caer en diciembre y sus parafernalias. En Madrid ya están colgadas las luces, aún apagadas, pero ya colgadas. Cada año antes, cada vez más en noviembre. No me gusta noviembre.
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