viernes, 27 de enero de 2006

¿Que adónde me creo que voy?. ¿Que qué me creo que soy?. No tengo un concepto demasiado elevado de mi misma, es cierto, pero algunas cosas sí que sé, que me hacen sentirme orgullosa de ser como soy. Lo mejor de todo es que ni quiero ir a ningún sitio, ni me creo ser nada más allá de una persona que intenta trabajar bien, intenta ser honesta, intenta no defraudar a los que ponen su confianza en ella, intenta ser amiga de sus amigos, intenta ser justa, mejor, intenta no ser demasiado arbitraria. Fíjate que ni siquiera digo que lo sea, sólo que lo intento, con todas mis fuerzas, día a día, paso a paso.
Qué pena que la gente haga juicios de valor sin saber. Si yo hubiese estado allí, le habría hecho ver que no ofende quien quiere sino quién puede y que su crítica y desprecio cae en saco roto, porque yo soy conmigo misma bastante más dura de lo que nadie pueda llegar a serlo.

jueves, 26 de enero de 2006

Yo que soy tan amiga del detalle, de la pincelada corta, meticulosa, de dar luz a la historia, de marcar la perspectiva y el movimiento, me descubrí ayer contando mi historia del último mes y medio (¿mes y medio, ya?, ¿sólo mes y medio?)a brochazos, gordos, llenos de pintura, feos, infantiles. En diez minutos escasos el escenario estaba dispuesto. Mi historia de mes y medio (¿mes y medio, sólo... ya?)quedó reducida a diez minutos. Y fue al mirarla de lejos cuando me di cuenta del esperpento, de lo ridículo que es el dibujo. Y me encontré embadurnada de pintura y con una brocha goteando en la mano, en vez de con la fina paleta y el juego de pinceles de pelos de crin de unicornio.

lunes, 23 de enero de 2006

Ya he contado antes en este mismo sitio lo que me gusta bailar, sobre todo con una pareja experta, que te lleva al son de la música, con la que es posible fundirse sin miedo a perder el ritmo. Por eso bailo tan mal con quien no sabe, porque me desconcierta y me lleva a trastabillarme, a tropezar, a descomponer la figura.
Cuando el partenaire escucha una música distinta a la que tú oyes e intentas acoplarte a su paso, el armonioso cuadro que forman la pareja que baila se transmuta en una parodia.
Cuando, además, ninguno de los dos miembros del dúo parece dispuesto a intentar escuchar la música que llega al oído del otro, la figura se convierte en un tira y afloja que acaba cayendo al suelo, con un ruido de tules estruendoso.
Entonces, parece que la única salida es levantarse, alisarse el frac y el vestido vaporoso y bailar solo, cada uno a su ritmo, dejando que sea el destino el que les una en la siguiente revolera.

martes, 17 de enero de 2006

Ayer, 21 meses después de producirse lo hechos, enterraron a los terroristas suicidas autores de la masacre del 11-M. Nadie acudió al entierro, nadie reclamó sus cuerpos. La noticia lo explica así. Morir sólo debe ser terrible, aunque no es este el caso, murieron juntos y murieron por su dios, o, al menos, eso les hicieron creer. Teniendo en cuenta lo importante que es para los musulmanes el rito del enterramiento, que, según ellos, les permite entrar en su paraiso prometido, quiero pensar que el desinterés de sus vivos por el mismo sea una muestra del rechazo absoluto a lo que hicieron. Es más, voy a pensar que es eso lo que quieren demostrar con sus actos.

lunes, 16 de enero de 2006

Hacía tanto tiempo que no tenía estas sensaciones que había olvidado lo placenteras que son. Alguien que te mima, que se preocupa por ti y te cuida, que te piensa, que te hace reir, que te acompaña, aunque esté lejos, que te dice en cada momento donde está, porque le gustaría que tú estuvieras allí. Tranquilidad, confianza, paz, sosiego, ilusión, juego, confianza.
Hacía tanto tiempo que no lo sentía que ya no recordaba lo que lo necesitaba, la falta que me hacía. No sé cuánto durará esto, ni lo voy a pensar, porque quiero sentir cada paso, cada avance, cada conquista. Quiero vivirlo intenso, a fondo, completo, total. Minuto a minuto.

jueves, 12 de enero de 2006

Que conste que no tengo dudas de que es una salvajada, que nadie tiene derecho a hacer lo que se ha hecho, que se merecen que la ley y la justicia (no siempre son lo mismo, aunque en este caso no creo que haya dudas) caiga sobre ellos con todo su peso, pero hay cosas que, igualmente, son intolerables.
Me refiero a ese caso en que una familia se ha liado a tiros con el pobre señor que, además del susto de creer que había atropellado a la chiquilla, perdió la vida el otro día en Sevilla.
Me refiero al modo de dar la noticia. Por supuesto, los familiares de la niña eran de etnia gitana. Por supuesto. Lo que no justifico es que se tenga que hacer esa mención en la noticia, lo que mismo que no se dice que el guardia jurado que se lió a escopetazos con sus compañeros de trabajo en Madrid, en la calle Montalbán, era de etnia paya, castellana, gachó o como queramos adjetivarlo.
Tengo amigos de etnia gitana, muy buenos amigos. Son gente normal, plenamente integrada, con sus costumbres, con sus ritos, con sus cosas buenas y malas, como todos los que no lo somos. Cada vez que veo una noticia así, me acuerdo de ellos, de Miguel, de Juan, de Salvador, de Rafa, de Antonio, de Cristobal, de Joaquín (Cortés, famoso baliarín, encantador, simpático, caballero y, sí, gitano y amigo). Y me da rabia y me parece injusto que unos pocos los califiquen a todos.

martes, 10 de enero de 2006

No soporto la mala educación. No me refiero a esa que te permite usar veinte tenedores y cucharas, cada una en su orden, según el plato elegido. Ni a esa que te permite conocer el tratamiento adecuado a la personalidad de turno como manda el más fino protocolo. No. Me refiero a esa eduación mínima que una debe tener, que te enseña a respetar al otro por el simple hecho de ser persona.
Hoy comíamos M y yo. Y ellos se han acercado a saludarme y ni siquiera la han mirado. ¡He sentido tanta vergüenza ajena! Y propia, porque debería haberles puesto en evidencia el "olvido" a mi compañera de mesa. Y sin embargo, no he hecho nada. Me he limitado a responder al saludo con su misma falsedad, porque ni siquiera era sincero, sólo busca el interés de la ventaja, esa que presumen que les puedo dar desde donde estoy. Incautos y falsos....y maleducados, muy maleducados, la verdad.

domingo, 8 de enero de 2006

No es que no me haya pasado nada que contar. Es que no he encontrado el modo, la manera de contarlo. Los acontecimientos me han dejado tan exhausta que no he encontrado la palabra adecuada para plasmarlos. Seca, así me he quedado después de lo vivido. Sin palabras, como si los silencios sufridos se hubieran llevado también mis palabras. Todavía no sé cómo hacerlo, cómo contarlo, cómo expresarlo. Me temo que debe salir poco a poco, con un café. Tal vez de este modo, a trompicones, a borbotones, salga la historia entera, como un parto. Entonces, tal vez la criatura viva sola, sin necesidad de mi aliento. Y me deje a mi tranquila seguir otras historias, otros anhelos, otras esperanzas. Ojalá.
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