viernes, 30 de mayo de 2003

Ayer un señor al que acababa de conocer en la marabunta de la feria me dijo que tengo cara de buena persona. Es un efecto habitual que causo en la gente. Les caigo bien a primera vista, generalmente. A mi me encanta eso, debo confesarlo, aunque a veces no lo entiendo. Sé que cuando despliego mi sonrisa las barreras de mis interlocutores caen. A veces pienso que con ese poder que tengo entre los labios podría dedicarme a timar al personal, sacarles los cuartos, vivir del cuento, estafar y mentir. Sin embargo, debo confesar que cuando sonrío, la alegria me sale del corazón, que mis sonrisas son, la mayoría de las veces, tan verdad que me resultaría imposible hacer daño a nadie con ellas, al menos conscientemente. Esa convicción es la que me permite no perder el sueño por las noches. Cuando me meto en la cama, hago recuento y, con mi conciencia tranquila, cierro los ojos. A lo mejor es que ese señor tenía razón y soy buena persona. Me alegro por mi.
No sé si debería habérselo dicho. A veces, mi sinceridad me sorprende a mi misma. A veces tengo la sensación de que irrumpo como un elefante en una cacharrería. Lo que pasa es que prefiero eso a quedarme con el gusano en el estómago; a veces no mido las consecuencias. Ya veremos dónde acaba lo de hoy. Porque acabar acabará, seguro. Ay, si es que soy muy sagitario.

sábado, 24 de mayo de 2003

Me asomé a la calle, amplia, llena de gente. A mi izquierda, la portada, simulando el escudo de la ciudad. Allí estaba el puente, la torre de la catedral, que esconde en su interior el minarete árabe, y la noria. Frente a mi el río, sólo iluminado por el reflejo de la luna. A la derecha, el puente romano, la mezquita, el Arco del Triunfo, todo iluminado como por llamas de fuego.
A las doce en punto, la portada se encendió, y con ella, miles de bombillas en todo el Real; el puente, cuajado de gente, se encendió igualmente. Una exclamación recorrió a la muchedumbre. Asombro y orgullo a partes iguales. La noria comenzó a girar, moviendo el agua de un rio de mentira que esconde en su interior.
Y entonces empezó el espectáculo de fuegos artificiales que iluminó un río manso y sereno, en su camino hacia el mar. Después de miles de luces, de fuentes de colores, de flores de fuego en el cielo de esa noche magnífica de mayo, entramos todos en tropel, a tomar posesión de la feria.
Es difícil encontrar a alguien con quien hayas quedado previamente, pero es fácil toparte con gente que no ves hace mucho. "La feria es mágica" decía un amigo mio. Y así es, porque la gente se ve y se saluda, se abraza y se ríe, comparte una copa de vino y baila. En una fiesta así una es capaz de creer, incluso, que no hay gente mala. Tal vez por eso me gusta tanto la feria. Porque su magia hace que por unas horas te olvides de lo malo.
Feliz feria. Feliz Córdoba que la haces tan bella y tan abierta.

miércoles, 21 de mayo de 2003

J es joven. Habla mucho, ríe mucho, se divierte mucho. J me manda mensajes al móvil y no sé si los escribe así porque utiliza el lenguaje de los jóvenes para abreviar y decir mucho en 160 caracteres, o porque escribe con faltas de ortografía. Me temo que un poco de cada. J siempre quiere llevarme a lo oscuro, en su coche, en su casa; siempre quiere tocarme y me hace el amor con fuerza, con la fuerza de sus pocos años.
R es mayor. Sus silencios, largos, densos, me desasosiegan. R escribe poco, pero cuando lo hace, igual que cuando habla, cuida mucho el lenguaje. En los mensajes al móvil, por ejemplo, incluye todos los acentos, hasta los que no permite el texto. Cuando habla, R trata de ser preciso, tal vez porque el español no es su lengua madre. No sé si R quiere estar conmigo en lo oscuro. Él se limita a mirarme, a recorrerme con la mirada, unas veces frente a mi; otras detrás, cuando se queda algo rezagado, para ver mi espalda. R tiene miedo a lo nuevo, al riesgo. J no; J es arrojado e impetuoso.
Tal vez J y R no sean tan distintos. Tal vez uno sea el antes y otro el después. Tal vez J lo vea todo por delante y R tenga miedo a no tener tiempo a recuperarse si la aventura termina en derrota.
Yo amo a R todavía y ver cómo me mira me produce una ternura que no despierta J. A pesar de que sus manos sólo me han tocado profesionalmente, me gustan más que las de J.
Ni J ni R caben en mi vida, al fin y al cabo.

martes, 20 de mayo de 2003

El Sur
Yo soy del sur. O, casi mejor, soy sur. Ser del sur, o mejor, ser sur imprime un carácter especial, una forma de ver la vida distinta y sugerente. La contemplación de los hechos cotidianos tiene otro color, se hace de otro modo. Definitivamente, yo soy sur. Y me siento cómoda no sólo en mi sur, sino en todos los sures donde he estado.
Ayer tuve una muestra de ello. El termómetro junto a la estación de trenes marcaba 40 grados y eran las 7 de la tarde. Yo me dirigía al rio -el sur del sur-. Allí hacía un calor pesado, sofocante, plomizo. Y mientras el sudor perlaba mi frente, mi labio superior, mis brazos, mi vientre, mis muslos, noté como la vida se me iba colando por los poros de todo mi cuerpo. Me volvía a sentir llena de energia, de fuerza. La piezas de ese tetris que es mi vida, que se descolocan cada cierto tiempo, que caen en desorden, se ubicaron perfectamente, cuadraron por fin y volví a sentirme bien, plena, llena, auténtica. Bienaventurados los que me han conocido sur, porque han conocido a la verdadera.

Él y la verdad
Él quiere que la conozca y que aclare la verdad. Él debe haber perdido el juicio. Por supuesto, me he negado en redondo. Jamás. No sólo porque ella sería la enemiga de esa batalla inexistente, que nunca se inició, sino porque ella no puede conocer la verdad, mi verdad.
La verdad, que es un concepto único y monolítico cuando se escribe en mayúsculas, tiene muchas caras cuando se abrevia. Tantas como seres la conocen. "Somos sólo amigos y no ha pasado nada entre nosotros". Esa es la verdad de él y supongo que la que quiere para ella, pero no es mi verdad, no. Y nunca reconoceré mi verdad ante ella. "Le quiero, pero tú has ganado. No ha pasado nada porque él no ha querido". ¿Reconocer la derrota?. Nunca. Todavía un subcampeonato...

lunes, 19 de mayo de 2003

Este blog es un regalo de mi amigo. Es bueno tener amigos. Su sola existencia justifica la nuestra. Y nos obliga a ser mejores, a merecerles siempre. Espero estar a la altura de mis amigos. Siempre.
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