miércoles, 25 de junio de 2003

Y, alias B, ha vuelto. Ayer tomamos café y me escuchó toda la historia, animándome y riendo conmigo. Hoy ha vuelto a hacerlo. La he echado tanto de menos. Bienvenida, cielo.

lunes, 23 de junio de 2003

Él es muy alto y delgado. Da abrazos dulces, como de papá oso. Cuando separa su boca de la mía, me aparta el pelo de la cara, me acaricia y vuelve a besarme despacio, dulce, hermoso. Salimos a las calles mojadas por el rocío, donde empieza a clarear y paseamos cogidos de la mano. De vez en cuando se detiene, me mira, me sonríe y vuelve a besarme. Me gusta. Me siento bien.
Hay el suficiente alcohol en nuestras venas para desinhibirnos y sentirnos cómodos en la trasgresión. Porque él y yo somos amigos, buenos amigos.
Al día siguiente, basta con mirarnos despacio a los ojos para saber que la magia ha desaparecido. Que la realidad se impone. Que, efectivamente, él y yo somos amigos.
La esperanza es que, tal vez, algún día, pronto, vuelva a producirse el milagro, de nuevo, por un rato. Tal vez, incluso, para siempre, ¿por qué no?.

viernes, 20 de junio de 2003

Hoy sigo indignada. El gobierno, el de siempre, el de últimamente, quiere que en la Constitución europea se recoja una referencia expresa al cristianismo. No he leído a fondo la propuesta de mi país -eso es lo malo, que las propuestas de ese gobierno que nos gobierna se hacen en mi nombre, como otras cosas que no me gustan, pero esa es la grandeza/tragedia de las democracias-, pero me temo lo peor.
Es indudable que desconcer el "hecho religioso" -nueva asignatura de bachillerato que puntuará como las matemáticas y la lengua- es desconocer la historia propia. Y es indudable, igualmente, que ese hecho religioso, por estos lares, es el cristianismo, o mejor, el catolicismo. Mucho de lo que somos se explica de ese modo: la historia, la literatura, el arte y muchas maravillas más creadas por la mente del hombre. Pero también la mente humana ha creado monstruos y lo ha hecho en nombre de esa religión. Y lo sigue haciendo, que es lo peor.
Cierto que el pecado de la intolerancia, el ostracismo, la tortura y el integrismo no es privativo del crisitanismo. Pero alguien tiene que romper la baraja y decir basta ya. Y por lo que veo, esta vez tampoco mi país va a abanderar esta lucha.

jueves, 19 de junio de 2003

He intentado mantenerme al margen de la tormenta política generada por estos lares. No porque me parezca un problema menor, sino porque he llegado a sentirme tan asqueada con estos temas que, simplemente, he querido obviarlos, pasar por encima, sobrevolarlos.
Pero hoy he escuchado en la radio el lamento de un locutor que se quejaba de eso, de la falta de compromiso. Decía este señor que era una pena que "la opinión pública", como elemento movilizador de la sociedad hace apenas unos meses, estuviese ahora callada. Y tiene razón.
Nos vendieron hace poco una guerra con el argumento de que había armas de destrucción masiva. Lo que no queda claro, después de semanas, es quién las tiene, quién las usó de verdad. Cuando se pregunta al gobierno, alega que no interesa a nadie.
Hace unos meses, un barco de muerte nos mandó su veneno a toneldas. El mismo gobierno dice que hoy está solucionado el problema; al fin y al cabo, sólo suelta una tonelada de fuel al día, minucias.
Ahora, ante la corrupción de dos señores paniaguados de la política, hablan de nuevas elecciones, para que los ciudadanos manifiesten su opinión.
Señores, los ciudadanos ya nos manifestamos. En las urnas, como pedían algunos, el 25-M. En las calles, como a mí me gusta más, durante meses.
Y ustedes, señores del gobierno, de todos los gobiernos, se chotean de nosotros.
Como diría un caribeño, váyanse p'al carajo!!!.
Pero no dejemos que hagan su santa voluntad, que no es santa y no es la nuestra.
Firmado: Gwendolin, subversiva e indignada.

martes, 17 de junio de 2003

Cuando estoy alegre, cuando me pasa algo bonito, cuando estoy en un lugar hermoso; tambien cuando estoy triste, o me siento mal, o he tenido un mal día, o he fracasado en algo, en todas esas circunstancias, siempre sé a quién me gustaría tener a mi lado. Unas veces es a mi madre (¡donde se ponga una madre!), a veces un amigo/a, y, cuando estoy enamorada, sé que quiero estar en ese momento con él. Con el él de turno.
Él ha fracasado, al menos aparentemente. Y no ha acudido a mi. No me ha llamado inmediatamente, ni a los dos días, ni a la semana. En realidad, me he enterado de su fracaso por otros.
Eso no tiene más que un significado: no soy nadie para él. Una simple conocida, absolutamente prescindible. He recibido mil millones de señales en ese sentido, pero él siempre las ha ocultado con sus palabras. Y yo, dispuesta a oir siempre lo que me decía, más que a ver lo que ha ido haciendo, me he agarrado a las palabras. Ya lo dice mi abuela y el refranero, sabios ambos: obras son amores y no buenas razones.
El amor y la amistad son siempre cosa de dos. Y entiendo que él no quiera jugar, pero ¿por qué, entonces, habla como habla?.

lunes, 16 de junio de 2003

I
Hoy he recibido un correo electrónico en el que se adjetiva esta manía de los blogs como algo parecido a un "marujeo". Se me acusaba, o al menos así lo he sentido yo, de hacer algo similar a lo que ocurre en esos programas de televisión donde la gente va y cuenta sus vergüenzas. ¿Será esto así?. No lo creo. Nada de lo que aquí cuento es vergonzoso, ni tan íntimo, ni tan real -¿es, de verdad, real lo que pasa en los reality shows?- como en esos programas.
Además, siempre existe la posibilidad de no venir a mi encuentro. Como existe la posibilidad de no encender la televisión -¿existe esa posiblidad?-.

II
Me he pasado el fin de semana leyendo un libro y oyendo música. Con la ventana abierta de mi balcón, entrado una brisita fresca que movía las cortinas, sentada en mi sillón, con los pies sobre el sofá. No puedo decir que haya sido alta literatura. La música ha sido variada: flamenco, son cubano, un poquito de Mastretta, música brasileña. Y yo me he sentido feliz.

III
Me gusta tanto bailar. Pocas sensaciones me parecen tan placenteras como encontrar con mi pareja de baile el ritmo perfecto. Esa sensación de ser llevada entre unos brazos. Esa perfecta conjunción entre él y yo y la música. Y la tranquilidad y el relajo que produce saber que puedes abandonarte en esos brazos, porque ni tú ni él vais a perder el compás.

viernes, 13 de junio de 2003


Ayer hablaba con mi amiga M de lo gratificante y terapéutico que resulta escribir para desconocidos. Te descarga de lo pesado que sobrellevas y lo haces público. Pero, a diferencia de lo que significa apabullar a los amigos con tus penas, tienes la tranquilidad de que sólo les molestarás si ellos quieren. Tus cuitas, cargas y gravámenes quedan ahí y ellos pueden compartirlas contigo con un simple click del ratón.... o no.
Así que cuando sufras -y lo harás-
por alguien que te amó, procura siempre
acusarte a ti mismo de su olvido
porque fuiste cobarde o quizá fuiste ingrato.
Y aprende que la vida tiene un precio
que no puedes pagar continuamente.
Y aprende dignidad en tu derrota,
agradeciendo a quien te quiso
el regalo fugaz de su hermosura.

Copiado y pegado del blog de mi amigo Bob y dedicado especialmente para él, cobarde e ingrato.

jueves, 12 de junio de 2003

Ayer comí con mi amigo S. La ceremonia se repite cada año. Él viene a mi despacho, hacemos la declaración de la renta y luego me invita a comer... y a beber. Conozco a S desde hace muchos años. Nuestra relación es de las más bonitas. He pasado por sus noviazgos, sus problemas laborales, su matrimonio, sus hijos, su separación, sus hijos, de nuevo, sus hijos, siempre. Es el hombre con más instinto maternal que conozco.
S y yo hablamos de todo, de su vida, de la mia. Y acompañamos la charla con buenas viandas y mejores caldos.
Luego, como a mi el alcohol me desinhibe, me pongo a llamar a mis comodines. Ayer respondieron todos. Un simple sms y todos acudieron. Llamó J, que me prometió buscarme en el sur; llamó P, que insiste e insiste, a pesar de que siempre le digo que no; llamó RL, que se ofreció para acompañarme a Granada un fin de semana; e incluso llamó H, del que no sabía nada hacía meses, que hace un año estaba seguro de que yo era la mujer de su vida, convicción que sólo le duró tres días (afortunadamente, yo me dí cuenta antes de que no era mi hombre), y que me anunció su visita a Madrid para reverdecer recuerdos.
Mucha llamada, sí, pero yo acabé en casa, sola, viendo Crónicas Marcianas.

miércoles, 11 de junio de 2003

Tengo un cerro de papeles encima de mi escritorio. Papeles escritos por distintas personas, pero que dicen lo mismo, una y otra vez. La tarea me aburre soberanamente, pero es imprescindible. Las primeras veces tenía la pesada sensación de que mi rotulador rojo decidía sobre la vida de los autores. Hoy, todo se relativiza y apenas pienso en las consecuencias. Hoy he aprendido que lo escrito no significa lo mismo para todos los que han escrito. Algunos, los de verdad, sí que se la juegan en esos papeles, pero se nota que lo saben y por eso mi rotulador rojo apenas hace señales. Los demás juegan al juego de escribir y rellenar papeles. Y contra ellos la venganza será terrible: mi rotulador rojo teñirá lo escrito por ellos.
"No seas mala con los chicos". Yo nunca soy mala. ¿Justa? Lo intento. Tal vez lo consiga alguna vez.
Voy a la tarea. Alea iacta est.

martes, 10 de junio de 2003

Es tan egoista que ni siquiera deja que le ayuden. No entiende que también hay necesidad de dar. Porque él es un egoista que sólo piensa en recibir. Y sólo cuando él está dispuesto a recibir, lo que es el colmo del egoismo.
Me echará de menos y yo no estaré allí cuando lo necesite. Porque yo necesito dar, continuamente, y hay mucha gente que me necesita, que me pide que le dé, que me hace feliz dejando que yo le dé lo que tengo.
"La gente te quiere por lo que eres, no por lo que das". Pero ¿qué pasa si tu "ser como eres" lleva implícita una insondable, inconmensurable, necesidad de dar?

lunes, 9 de junio de 2003

Ganamos. Bueno, en sentido estricto, ha ganado mi amiga Y, alias B. A mí me pilla también de refilón, todo sea por darle mi apoyo incondicional en esta batalla. Pero, en el fondo, hemos ganado todos. Todos aquellos a los que se nos intenta pisotear, quemar la autoestima, agachar la cabeza. Ha ganado la dignidad... y la justicia. Y que esta última gane no es muy frecuente, así que ENHORABUENA.

martes, 3 de junio de 2003

En lo que llevamos de año -apenas cinco meses completos- treinta mujeres han muerto a manos de sus compañeros sentimentales. Es lo que se llama violencia de género o doméstica. El saldo es aterrador: seis mujeres al mes mueren porque los hombres a los que han querido han decidido utilizar el viejo aforismo de "o mía o de nadie".
No entiendo qué mecanismo mental puede llevar a nadie a decidir sobre la vida de otro; no entiendo por qué un hombre piensa que una mujer es suya y que tiene derecho a quitarle la libertad, la autoestima, la dignidad y la vida. Sí entiendo, sin embargo, que ellas no puedan abandonar a ese hombre que les hace daño. Una vez admitida la primera bofetada, el primer insulto, la batalla está perdida; cuando el hombre al que amas te repite constantemente que no vales nada acabas por creerlo; sólo un largo y profundo trabajo de concienciación, más largo y profundo que el que ha llevado a cabo el asesino, puede hacer volver a la vida a esas mujeres muertas para la vida.
El terrorismo internacional, que ha justificado guerras, merece nuestra lucha. El terrorismo doméstico, el que se produce cada día en las casas de estas mujeres merece nuestra repulsa, nuestro asco, nuestro rechazo.
No sé si nos hemos vuelto locos, pero yo hoy me siento muy asqueada, muy sucia.

domingo, 1 de junio de 2003

A diferencia de otra gente que pasa las vacaciones de semana santa -el inicio de la primavera- en la playa, yo suelo pasar esos días en un pueblo de la sierra, donde, a esas alturas del año, todavía hace fresquito. Así que mi primer contacto con el sol, de verdad, se produce en mayo, en la feria.
Durante esos días, cada vez que voy a mediodía, elijo la camiseta más pequeña, la de mayor escote y tirante más fino, recojo el pelo en una coleta o con una pinza, para que no moleste, y me lanzo a la vista del sol.
Ya han quedado atrás los días de mi juventud inconsciente en los que me embadurnaba de acelerador del bronceado. El sol ya no es lo que era -¿o seremos nosotros?- y ahora hace daño. Como soy más bien blanquita, rubita, de ojos claros y aspecto nórdico, a pesar de mis lunares, y ando ya preocupada por las "lineas de expresión" -denominación hipócrita, pero caritativa, de las arrugas de toda la vida- ahora acudo a la feria con la misma camiseta, pero cubierta de crema facial protectora, con complejo vitamínico protector anti-rides, factor 30, y loción corporal con el mismo índice anti-uva y radicales libres. El tiempo no pasa en balde para nadie.
Es curioso como antes nos echabamos cualquier cosa en la cara y en el cuerpo y ahora somos consumidoras de la más alta tecnología avanzada en cosmética.
Recuerdo que cuando yo era muy joven vendían en mi pueblo -ese de la sierra donde hace más fresquito que en la capital- unas barras de labios cuyo mayor reclamo era que no se borraban ni con una sesión de reservado. El reservado era una parte ocura de la discoteca donde las parejas, oficiales o no, iban a toquetearse. No sé si la barra de labios resistía la prueba de lo oscuro, que yo he sido muy tonta para estas cosas hasta hace bien poquito, pero era de lo más difícil de quitar y te quedaba la marca del cosmético entre las lineas de los labios durante días, a pesar de que hicieras esfuerzos inútiles para limpiarte. ¿De qué demonios estaría hecha?.
Como me decía hace unos días una conocida, uno de los signos de nuestra estabilidad económica es el hecho de que utilizamos cremas caras. Y no sólo una. Porque tenemos una para cada cuadrante de la cara y del cuerpo, el contorno de ojos, de labios, de cuello, de senos, de muslos....
Claro que el esfuerzo merece la pena. Aparecemos bellas, radiantes, naturales, seguras.... No sé si el efecto es de las cremas o de la edad; de ahí que me pregunte si tiene sentido luchar contra algo, la edad, que nos hace ser mejores y más guapas.
En fin, que yo ya me llevo el primer color tostadito para el resto del verano, con lo que luzco el aspecto sano que nos da a todos y todas el color natural del sol.
Ahora empezaré a usar cremitas para mantenerlo más tiempo. ¡Qué libre me siento!.
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