lunes, 24 de septiembre de 2007

En cualquier otro momento, habría sentido a la culpa sobre mi pecho. A veces, a ratos, intenta aparecer, pero yo la evito, con un requiebro de cintura, con un pequeño pase de pecho, apenas adornado.
Son varios meses de estar juntos sin estar juntos. Nos hemos creído nuestra historia... o eso pienso a veces. Otras creo que es verdad, que de verdad lo que decimos es lo que sentimos. Lo creo porque yo no miento cuando lo digo, al menos eso creo. Y él siempre me dice la verdad, eso dice.
"No puedo querer a nadie", "no puedo enmorarme de ti y me gustaría". Así que le tranquilizo, no es amor, es camaradería, buena compañía, unas risas y sexo. Poco a poco hemos conocido nuestros cuerpos, casi, y ya sabemos lo que tenemos que hacer para gustar y gustarnos.
"No puedo quererte". Y yo me siento tranquila y perdonada por el hecho de pensar en otro cuando me toca, o imaginar cómo sería ese beso en otra boca. Esa frase me disculpa de no echarle de menos cuando no está y de dejarme llevar por las palabras de otro, envueltas con misterio, con morbo.
Anoche, de pronto, el corazón me dio un vuelco. En medio del sudor, del vaiven, de las caricias, de la saliva y del placer, me pidió exclusividad. Luego rectificó, rápido, como si se le hubiese escapado sin querer.
No hemos vuelto a hablar del tema. Es tabú. Me ha despedido en la estación con un beso y yo le he sonreído, como si anoche no hubiera pasado nada.

lunes, 30 de julio de 2007

Leo en la bitácora de un amigo que intenta reinventarse. No sé si ésta es la idea que me ronda en la cabeza. Cada día miro las visitas, tan excasas, de mis incondicionales, esperando verles aquí y valorando su paseo por mis páginas, sobre todo teniendo en cuenta que hace más de un mes que no escribo. ¿Es que no me han pasado cosas? Claro que sí. Miles, a cada rato, a cada momento. Ha sido un año tan duro. En realidad, han sido muy duros los últimos dos años. Me he sentido vapuleada por las circunstancias, llevada y traída, como en un vendaval. He perdido los papeles y los nervios varias veces. He llorado tanto, he reído algo y, tal vez, la enseñanza más clara de estos dos años ha sido saber quiénes son mis amigos y hasta dónde. Eso es lo más bonito que me ha pasado, lo más tranquilizador, lo más satisfactorio.
Sabía que la estabilización en mi trabajo me iba a dar el aplomo necesario para hacer lo que debo. Lo sabía. Y ya lo siento. Es curioso, pero obtenida la "potestas" de las urnas, me siento preparada para ejercer la "autoritas". Sé que cometeré errores, seguro. Pero también sé que nunca los cometeré por ser arbitraria. Esa es, tal vez, la mejor conclusión de casi todo esto.

jueves, 7 de junio de 2007

Lo malo de ser perfeccionista y responsable es que te cuesta estar rodeado de gente que incumple y lo hace mal. Lo malo de ser sencillo es que no eres capaz de entender que haya gente tan engolada por tan poco. Lo malo de no querer señalarte ni ir de figurón es que corres el riesgo de que te "ninguneen" y sólo sean capaces de destacar en público si te pones o no corbata. Afortunadamente, le queda a uno la satisfacción del deber cumplido y las ganas de seguir trabajando por algo más grande que uno mismo, a pesar de los que te rodean, frente a los que te rodean. Y el apoyo de los que te quieren, para animarte cuando flaquees, que hasta a eso tiene derecho un perfeccionista, responsable, sencillo y trabajador.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Gané. ¿Gané?. Seis años por delante. Cierto vertigo, cierto orgullo, cierta satisfacción...

domingo, 22 de abril de 2007

"La Iglesia católica ha eliminado el limbo, el lugar donde la tradición colocaba a los niños que morían sin recibir el bautismo, al considerar que refleja una "visión excesivamente restrictiva de la salvación" (El País, edición impresa, sección Sociedad, 21-04-2007).

Ya nada se quedará, pues, en la indefinición. Todo lo que nace está destinado a la gloria o al infierno. Ya no es posible sentir esa desazón que siempre quedaba cuando el bebé, no consagrado, moría antes de que ni siquiera se sea consciente de su existencia. Sus primeras horas de oxígeno determinarán su condena o su triunfo y como tal deberá ser recordado por toda la eternidad.

(Aviso a navegantes: hoy mi bitácora es toda ella una metáfora; quien se ajuste en su lectura a una interpretación literal errará)

jueves, 19 de abril de 2007

La conversación ensayada hasta el cansancio, hasta la jaqueca. La decisión firme, convencida, serena, analizada, meditada, decidida. Las palabras justas, necesarias, imprescindibles reflexionadas. Las frases repetidas una y otra vez, hasta la locura.
Y hoy, hace treinta y cinco minutos, cuando el número, el máldito número, ha aparecido en la pantalla, he descolgado con el corazón loco, desbocado, a punto de salirse por la boca... y no he sido capaz. Veintiocho minutos de conversación y nada. La naúsea se me ha convertido en lágrimas, no tanto por no ser capaz de habérselo dicho, sino porque ni siquiera he recordado lo que tenía que decirle, o, lo que aún es peor, ni siquiera he sido consciente de que tenía una conversación ensayada, repetida, calculada, hasta el cansancio, hasta la jaqueca.

viernes, 13 de abril de 2007

"Ha sido el amor de mi vida. No sólo por lo mucho que me ha querido, sino por cómo me ha querido". Le he preguntado si el sacrificio ha valido la pena y no ha sabido qué decirme. Pero su mirada triste me dice que el dolor no se irá fácilmente de su corazón, aunque esos dos pequeños duendes a su alrededor, que la adoran, le saquen la sonrisa tan a menudo. Afortunada tú, cielo, que lo has vivido. Y desgraciada porque ya no está. Y yo a tu lado, siempre, dándote apoyo. Que sepas que te quiero, bombón.

lunes, 9 de abril de 2007

Con una sinceridad brutal, le hablé durante horas del amor sin sexo, del sexo sin amor, de relaciones, de compromisos, de carencias, de espacio, de relaciones abiertas... Todo con tal de no decirle la pura verdad: que no es él y que si llega él, no tendré ninguna duda en marcharme.

miércoles, 4 de abril de 2007

Cuestión de principios
Él la miraba con ojos brillantes. Se acercaba a su cara para hablarle, muy cerca. Ella sonreía a través de sus rizos, esos que él apartaba para ver mejor sus ojos profundos. "Vamos a casa, tengo una botella de Moët Chandon. Podemos hacer diabluras en mi casa. Te quitaré la ropa despacio, te acariciaré toda, te haré sentir como nadie. Pero te advierto una cosa: no me gusta el sexo oral, no lo hago. Es una cuestión de principios".
Ella le sonrío, picara, desde sus profundos ojos. "¿Sabes?. Yo sí practico el sexo oral. Me gusta ver a mi pareja gozar con lo que le hago, sentir cómo se le eriza la piel, cómo se le agita la respiración, cómo se enerva su espalda de puro goce. Y no bebo champán francés, prefiero un buen cava catalán. Cuestión de principios".
Él pareció no entender. Ella sentenció. "Míralo de otro modo. No habrá sexo entre nosostros, pero ambos habremos mantenido nuestros principios intactos". Se dió media vuelta y se perdió entre la muchedumbre que llenaba el local.

jueves, 29 de marzo de 2007

Las estaciones han ido pasando. He hecho el camino al revés: Atocha, Asamblea de Madrid, Pozo, Vallecas, Santa Eugenia... He mirado a mi alrededor. La gente hablaba por teléfono o ecuchaba su reproductor de mp3 o leía un ejemplar de ese periódico gratuito o, simplemente, miraba por la ventana la puesta de sol. Pensé en cómo se habrían sentido los viajeros hace algo más de tres años, cómo alguién debió pensar que aquel chico se dejaba la bolsa bajo el asiento, luego la explosión y el desastre. Nunca he sido muy consciente de cómo fue. A pesar de pasar horas mirando la tele, no he podido imaginar lo que debió ser la masacre de cuerpos destrozados, no he podido. Me he ido poniendo triste, muy triste. Y ya en el taxi, saliendo de la estación, he pensado que pensar en 190 desconocidos me estaba predisponiendo para lo que me esperaba. Cuando me ha dejado a la puerta del tanatorio he empezado a ver a familiares, mis tios, su madre, he entrado en la sala y he buscado a su mujer y a su hija, mientras he ido besando a primos y tios a los que hace tanto tiempo que no he visto. Me indicaban el lugar al que no quería ir, esa ventana detrás de cuyo cristal estaba él...lo que quedaba de él. Allí he abrazado a su mujer, a su hermano, a su hija. Y sin poder evitarlo le he visto. ¿Qué se puede esperar de un hombre de apenas 42 años muerto corroido por la gangrena, esa que obligó a los médicos a cortarle las piernas y que, definitivamente, agarrada a sus entrañas, había acabado con su vida? Hubiese preferido recordarle alegre, en su silla de ruedas, con una copa en la mano, como la última vez, bailando mientras giraba sobre la silla, fumando, sonriendo, gastando bromas. Pero, por un rato, quedó suspendido en mi retina su perfil de cera, demacrado, la nariz fina, los labios mustios. Fue fácil llorar ahí. Ya no me acordaba del tren. Pero aún quedaba lo peor, el momento más duro y, a la vez, más edificante: cuando sus compañeros del equipo de baloncesto en silla de ruedas han llegado, con sus muletas, con sus prótesis, y le han dado a la viuda una camiseta con su foto -por fin, su imagen y no su cadaver- y la firma de todos bajo la leyenda "Por siempre Juan Carlos".
Carlos -nosotros le llamábamos Carlos- era una buena persona y ha muerto después de sufrir tanto. Era mi primo, pero sobre todo era buen amigo, simpático, entrañable, cariñoso. No le conocía mucho, pero le quería. Cuando nos despedíamos de su mujer, ella le decía a mi prima: "Es que tu primo era muy buena gente, muy buena gente, por eso tenía tantos amigos". Sí, era muy buena gente.
(No he vuelto a pensar en el tren, no he vuelto en el tren, no dejo de pensar en Carlos y en que ya no está)

lunes, 26 de marzo de 2007

Anda que para llevar tanto tiempo sin escribir....¡¡¡¡¡MENUDA VERBORREA!!!!!
ELPAIS.com - Aguirre retira de la cadena SER su campaña publicitaria como candidata del PP - España
La verdad es que era algo patético escucharla, dando mosergas a un viejecito, se entiende que madrileño. Esa cuña en la que oye la respuesta del contestador de su teléfono gratuito daba risa, si no pena. Afortunadamente, una hace zapping mental ante cualquier publicidad, pero será relajante no tener que oirla.

P.D. Y sí, soy una roja de mierda, que lee El País y escucha la Ser. Y que nunca ha votado al partido que hoy gobierna, dicho sea de paso.

domingo, 25 de marzo de 2007

No sé para qué pido vacaciones. Para descansar el cuerpo, claro. Pero es que el ocio le viene fatal a mi mente. Cuando el cuerpo y la mente no están ocupados en el trabajo, en los problemas, en las idas y venidas, en las palabras de otros, en la rutina, cuando eso no ocurre, digo, la mente se me va para donde no debe. Los cinco días laborables corren raudos, sin que apenas sea consciente de ello, ni de nada, pero el fin de semana es otra cosa. Ahí vuelven los fantasmas, los terrores, las desilusiones, las ausencias. Y cómo descansar el cuerpo sin que pare la mente. Cómo encontrar el modo de que el cuerpo repose y la mente no se acerque a esos confines donde no debe ir, porque duele. Tarea difícil, me temo. Y la semana que vien empiezan las vacaciones, y las quiero, y las temo.

sábado, 24 de marzo de 2007

Después de intentar un par de veces hablar con él, sin obtener respuesta al otro lado, he mandado el sms. Ese en el que le digo que no vuelva a llamarme. El día es alegre, pero yo estoy triste. Porque me importa y no está. Porque cuando le he pedido que actúe de otra manera o me perderá, mi teléfono ha permanecido en silencio.
Sé que he hecho lo que debía, por primera vez en todos estos meses. Hoy estoy triste, pero esta primavera ha venido exultante y yo no podré resistirme. Cosas de esta forma de ser que tengo.
Que escriba, que escriba. Eso me dicen algunos. Y es que no sé qué escribir. Es evidente que necesito vacaciones, porque mi vida en las últimas semanas es una simple vorágine de monotonías y rutinas.De pronto es sábado otra vez y apenas me he dado cuenta de nada. Pero sí han pasado cosas, claro. Sin ser apenas consciente de ello, he terminado con una "amistad parásito" de hace años, he reconfirmado que no confío en él, he profundizado en mi confianza y amistad con el otro, he sido consciente de las cautelas que provoco, he confirmado mi "autoritas" conmigo misma...
Anoche, que cometí el error de meterme en un autobús en medio del atasco, pudo pararme a reflexionar, justo ahora que no me apetece ni reflexionar ni pararme, porque lo que descubriré, algunas cosas de las que descubriré, me duelen.


P.D. Como veis, he cambiado el sistema de comentarios, aunque no he querido eliminar el primero para no perder los que ya tengo. Usad el que queráis, pero usadlo. Me hacen falta.

viernes, 16 de marzo de 2007

Si tuviera un minuto, un sólo minuto libre, escribiría...

jueves, 8 de marzo de 2007

A las 9 me llama Ferrariman y me deja sus besos anatómicos; a las 9,27 Aventurado me manda sus mejores recuerdos desde el sur; a las 11 RL me cuenta sus cosas, porque ha pensado en mi esta noche; de repente, entra otro mensaje, éste del Mgfco, lleno de besos. A las 11,28 me meto en la cama, agotada del largo día, de la tensión, de la espera, de los nervios...sola y colmada... de cariños desde lejos.

martes, 6 de marzo de 2007

El chiquillo se me acercaba con cara de pillo. Tan de pillo era su cara que mi primera reacción fue apretar el bolso bajo mi brazo. Entonces le vi el fajo de papeletas. Se dirigió a mi resuelto y me ofreció comprar. Le pregunté qué rifaban, de qué colegio era, cuánto costaban y a dónde se querían ir de viaje. Le compré dos papeletas. Me dió las gracias y me deseó suerte. Me hizo gracia.
Los siguientes minutos recordé mi experiencia en buscar dinero para el viaje de fin de curso. El mío fue a Madrid -curioso destino-. No recuerdo bien si vendí papeletas o qué, pero recuerdo una técnica curiosa que nos deparaba pingües beneficios. De casa en casa pedíamos un huevo, de gallina, claro. Y cuando juntábamos una docena, incluso un cartón, se los vendíamos a la siguiente señora que nos abría la puerta. No solía fallar.
Terminé recordando que probablemente éste sea uno de los primeros casos en los que una trabaja por los demás, sin llevar muy en cuenta si uno recauda más que otro. Trabajo colectivo para un fin común.
Así que ya lo sabéis: tengo dos papeletas para un viaje a Port Aventura para dos adultos y dos niños. Yo, soltera, y entera hasta la fecha, y madre de ningún niño, aunque, eso sí, tita adoptiva de varios.

lunes, 19 de febrero de 2007

Y siguen zumbando las aspas. Y parece que lo harán durante los próximos meses. Zumbidos de todo tipo, pero cada mañana, los que producen los helicópteros.

jueves, 15 de febrero de 2007

Un par de helicópteros revolotean sobre los tejados, rompiendo el silencio relativo de la plaza donde vivo. Empieza el juicio y la seguridad es máxima. ¿Qué pasó aquel día? ¿Qué hacía cada uno esa mañana que hoy se juzga? Yo tomaba café y empecé a oir las noticias en la radio. Pensé en Javier, que coge el AVE, arriba y abajo, sin ton ni son, sin horarios. Le llamé y no contestó e intenté no pensar. Mi móvil empezó a sonar. Menajes y llamadas preguntando, poniéndonos al día, eliminado la incertidumbre. La manifestación a la que iba y la comida planeada para después quedaron anuladas. Me senté frente al televisor, mirando hipnotizada como iba, a lo largo del día, creciendo la lista negra. Y hoy empieza el juicio cerca de mi casa, por eso el helicóptero revolotea sobre el tejado.

lunes, 5 de febrero de 2007

De pronto, se sintió muy ridícula. Se vió a sí misma peleando por instalarse en un hueco, haciéndose sitio, removiendo los hombros, apretándose y rozándose con todos, con tantos, cuando ella sabía que esa no era su batalla. Tomó entonces la decisión de rendirse a la evidencia. Ni ella estaba hecha para eso, ni ellos habían sabido darse cuenta de lo que podía ayudar a ganar la guerra. Se retiró a sus cuarteles de invierno y la paz volvió a sus sueños.

sábado, 3 de febrero de 2007

Me gusta leer, en el suplemento de los viernes de El País, EP3, esa sección que se llama "Te ví". En ella, gentes que se cruzaron la mirada en un vagón de tren, en la barra de un bar o en un concierto, se buscan. A veces la leo con la secreta esperanza de que alguien me esté buscando, que alguien se fijó en mis ojos, por ejemplo, y se quedó prendado/a. Sería inútil porque yo no me habría dado cuenta y, aunque así fuera, no me daría por aludida con el contenido del anuncio/reclamo. Otras veces, pienso que me gustaría haber estado presente en el momento mágico en que esas dos personas conectaron y, sobre todo, haber sido consciente de la chispa. Una efusión de energía.

martes, 23 de enero de 2007

Lo he visto de refilón. El número redondo, en negro, sobre blanco. 9130. Hace años ver esa matrícula me levantaba las mariposas del estómago. La buscaba en los lugares comunes, nerviosa, ansiosa, y cuando aparecía en el aparcamiento del bar de copas donde siempre quedábamos, sin quedar, la felicidad llegaba a mi vida. Hoy la he visto de refilón. 9130. Cierto que faltaban las letras anteriores y las de detrás, pero sólo ver los cuatro números me han hecho recordar aquellos meses de felicidad y tristeza a partes iguales. 9130.

lunes, 22 de enero de 2007

Soy una ingenua. Una terrible ingenua. Yo creía que se trataba de trabajar bien, siendo honesta y leal con la institución. Y resulta que no es así, que hay que medir palabras, mensajes, consecuencias, primarias ocultas, mil circunstancias. ¡Vaya! Yo creía que eran habas contadas. Trabajabas unos años y volvías a tu pequeño despacho, a seguir estudiando y cumpliendo con tu deber. El poder...debe ser el poder...nímio, minúsculo y ridículo, aunque para algunos parezca tanto y tan importante.
A mi, sinceramente, me dan unas ganas de irme a mi casa...

martes, 2 de enero de 2007

Era octubre, el 6 de octubre. Aún hacía calor. Tenía 13 años y volvía de mis primeras clases vespertinas en el instituto. Era el cumpleaños de mi prima, dos años debía cumplir. Yo llevaba un vestido rosa, de corte imperio. Me lo había hecho mi madre. La parte de arriba era de punto de aguja en rosa fuerte, con tirantes; llegaba hasta debajo del pecho; desde allí era de tela, rosa más suave, con dibujos de vichy. Hacía calor aún y llevaba una rebeca en tono marfil, arremangada. El autobús iba abarrotado, como siempre. La gente apelotonada, pero, igual que siempre, al pasar el viaducto, empezaba a quedarse más vacío. Le había visto en el autobús otros días; creo que se montaba en la misma parada que yo, pero no estoy segura. Era muy desagradable:bajito, pelirrojo, la piel llena de pecas, el pelo de estropajo y esa mirada que me producía asco. Aún faltaban algunas paradas para llegar a la mía. Creo que él se bajaba también en la misma, pero no me acuerdo. Yo fui acercándome a la puerta, aún aprisionada por la gente, buscando posiciones para bajar más rápido. Entonces sentí la presión, alguién me empujaba por detrás. No lo entendí porque, aunque el autobús no iba vacío, había espacio suficiente. Me giré y vi que era él, muy pegado a mi. Miré mejor y entonces lo ví. Su pene flácido fuera de la bragueta, su mirada repugnante, pegado a mi, oliéndome. Le miré horrorizada y me separé, pero él me siguió. Entonces se abrieron las puertas del autobús y yo me bajé corriendo. Del bar junto a la parada salió mi tío con mi prima pequeña de la mano. Le dí un beso y le dije que iría en un rato a su casa, para celebrar su cumpleaños. No dejaba de temblar, pero decidí no contar nada a nadie. Y no lo he hecho nunca...hasta hoy, cuando en urgencias, mientras revisaban la rodilla dolorida de mi hermano, le he visto. Le he reconocido inmediatamente, el mismo pelo estropajoso y rojo, la misma miraba asquerosa, la misma piel pecosa y blanquecina. Por un momento, se me ha pasado por la cabeza contárselo a mi madre o a mi cuñada, pero no lo he hecho, como no lo hice hace 26 años. Sólo aquí lo dejo, como si de un exorcismo se tratase.
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