martes, 15 de junio de 2004
jueves, 10 de junio de 2004
Me miró con las lagrimas a punto de brotar y me dijo que su vida no había sido feliz nunca; bueno, sí, hasta cumplir los nueve años.
Yo no supe qué decirle. Quise consolarla, decirle que no era verdad, que tenía a mucha gente que la quería, que era una luchadora y una valiente, que tenía mi admiración y mi cariño.No sé si me creyó.
Hoy está ilusionada, como una niña. Su corazón ha vuelto a latir, le brillan los ojos y su sonrisa, la de siempre, es más grande.
Ojalá tenga suerte. Si no, no importa. Aquí estaremos, los que la queremos, para apoyarla y seguir queriéndola.
lunes, 7 de junio de 2004
Hace casi dos años que le conozco. Casi no me fijé en él cuando me lo presentaron. Sólo sé que era su amigo, que era importante para él, y me afané por ser amable, divertida, risueña, por gustarle. Después de la debacle, fue mi apoyo, mi consuelo, mi paño de lágrimas. Me acompañó en mi dolor, sin decir nada, consolándome, a veces, sin él saberlo. O tal vez sí, tal vez siempre lo supo. Desde entonces le considero mi amigo.
Nos vemos poco, hablamos algo, cada vez menos, es verdad, pero tengo la sensación, la agradable sensación de que forma parte de ese grupo pequeño, minúsculo, de amigos que siempre están, que siempre estarán.
Hoy, que te asomas a estas páginas por primera vez, me atrevo a decirtelo: Te quiero mucho, P., has sido uno de los mejores hallazgos de mi vida y espero que estés ahí por mucho tiempo, porque estoy segura que siempre te voy a necesitar al otro lado.
Muchos besos.
Nos vemos poco, hablamos algo, cada vez menos, es verdad, pero tengo la sensación, la agradable sensación de que forma parte de ese grupo pequeño, minúsculo, de amigos que siempre están, que siempre estarán.
Hoy, que te asomas a estas páginas por primera vez, me atrevo a decirtelo: Te quiero mucho, P., has sido uno de los mejores hallazgos de mi vida y espero que estés ahí por mucho tiempo, porque estoy segura que siempre te voy a necesitar al otro lado.
Muchos besos.
jueves, 3 de junio de 2004
Hace diez años doblé una esquina y me encontré con el espectáculo de luz que es la feria y lloré. Lo hice porque era hermoso, bello, y porque el responsable de aquel derroche era el hombre que ocupaba mi corazón hasta rebosar en aquel momento.
El año pasado, con mis torpes palabras, intenté describirlo, pero apenas lo logré,lo sé.
El otro día la magia volvió a producirse. Cruzaba yo el puente romano, antiguo, recio, fuerte, y al fondo vi la imagen iluminada de la Mezquita. Llovía y él me llevaba de la mano, camino de su buhardilla, bendito lugar donde somos más nosotros que en ningún otro sitio del planeta, y no pude evitar llorar, mirar el río bajo mis pies, dejar que el agua mojase mi cara y llorar.
¿Qué tiene esa ciudad que me da tanta vida?. ¿Cómo se puede querer tanto un sitio?
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