martes, 31 de mayo de 2005

Las palabras. Me gano la vida con ellas. Se trata de convencer y de comunicar lo que sabes, lo que piensas, lo que crees. Conozco, por oficio, su valor y su significado. Conozco su poder y como una pequeña modulación en el tono con que se pronuncian cambia su sentido. Hoy he tenido una disputa con palabras, con su alcance, con su trasfondo. Probablemente, algunos de los que han sido testigos del evento no han entendido. O sí. En realidad, no sólo era una cuestión de palabras, era, claramente, una cuestión de posiciones, de posturas, de política, al fin y al cabo.

Las palabras y su sentido. Nos empeñamos, a veces, en repetirlas tanto que las dejamos sin fuerza, sin la credibilidad que originariamente tienen. Un "te quiero" repetido sin sentido, sin consecuencias, sin fuerza, sin compromiso pierde el valor que algún momento pudo tener. A, mi amigo-amante a ratos, lo repetía la otra noche, sin descanso, sin parar, sin esfuerzo, sin pudor. La primera vez me estremecí. Después, sonreí. Por último, dejé de oirle, de creerle, porque le conozco y sé que no lo siente, no como lo decía.
¿Se trata de la relación perfecta? Somos amigos, nos queremos mucho. Con tranquilidad, sin transcendencia, hemos traspasado la barrera, esa invisible que suele existir cuando dos personas que se gustan deciden ser amigos. La verdad es que la primera sorprendida soy yo. Y no sólo por lo que ha pasado, por la intimidad conseguida, por la complicidad y el juego, sino por la paz que me embarga. Será porque le conozco bien, así que no espero más que eso, que cuando nos veamos y el tiempo y las circunstancias lo permitan, volvamos a perdernos a orillas de otro rio.

martes, 24 de mayo de 2005

¿Qué hacer cuando alguien a quien quieres miente sobre ti?. ¿Respondes y desmientes lo dicho?. ¿Te armas de orgullo y das la callada por respuesta, confiando en que los que te conocen no crean lo que oyen?. ¿El que calla otorga?. ¿Tu silencio hace que los que te conocen desconfien de su corazonada y crean en la mentira?. ¡Qué daño hace la maldita mentira! El peor dolor no es que mientan, no es que inventen y otros lo crean. El pero dolor es que la mentira venga de alguien a quien has querido, a quien no puedes dejar de querer por mucho afán que pongas en ello. Y te quedas sola, con tu dolor, con tu daño, con ese pinchazo en el pecho que te impide respirar. Y aunque afuera haga sol, tú te quedas en la penumbra, lamiendo las heridas, sin poder reaccionar ante lo injusto que es que aluien diga cosas de ti que no son, que no fueron, que no serán, porque tú no eres así, a pesar de lo que los mentirosos digan.

lunes, 23 de mayo de 2005

¿No habéis sentido alguna vez esa sensación de que gente, amigos que lo fueron de verdad, se han quedado tan atrás, tan lejos, tan fuera de vuestra vida que apenas los reconocéis?. Esa fue mi sensación el sábado. En el pequeño pueblo de mis vacaciones estivales se celebraba la primera comunión de los niños de nueve años. Una sola para todos, así que acude todo el pueblo. Todo el pueblo, como siempre. Es curioso mi pueblo, ese pequeño donde se criaron mis padres y abuelos. Tan religioso y cumplidor, las más veces por el que dirán; rígido en las costumbres y el más laxo que conozco en los asuntos de bajo vientre, que se comentan en el mercado y en las tiendas como de lo más normal. Curioso mi pueblo.
El sábado, en una ceremonia que duró casi dos horas, me encontré con que los padres y las madres de los niños protagonistas eran los de mi pandilla de adolescente, la primera, esa con la que empecé a llegar tarde a casa, con la que recorríamos ferias de la comarca, los que nos bañábamos en albercas por la noche, nos tomamos las primeras copas y sufimos las primeras borracheras, los primeros amores y los primeros desengaños, también las primeras risas. Sus hijos ya tienen nueve años y yo los sentí tan lejos. Me dió cierta nostalgia, supongo que por el tiempo pasado, que no fue mejor, no necesariamente, pero fue sincero, divertido, más limpio y, sobre todo, más sencillo.
Hace tres años que incié este blog. Era mayo, víspera de feria y hacía mucho calor. Desde entonces he contado mis cosas, mis pensamientos, ideas y temores, mis miedos, mis luchas y, por supuesto, mis amores y desamores. A veces, me gusta mirar el archivo y ver qué pasaba por mi cabeza tal día como hoy hace un año o dos. Es curioso cómo cambiamos, cómo varía nuestro modo de ver las cosas, cómo aquello que tanto nos dolía entonces o que tanto nos alegraba o en lo que tantas esperanzas pusimos, ya no es, no existe o nos da risa. Tres años desahogándome, en cualquier caso. Y vosotros ahí, leyéndome y conociéndome un poquito más. Iniciemos otro año más, pues.

martes, 17 de mayo de 2005

¿Quieres el cargo?. No, hoy no lo quiero. No quiero tener que ser correcta y comedida y callarme lo que quiero gritar, no quiero entrar en el juego de quórums, mayorías y porcentajes. No quiero tener que renunciar a lo que soy y a lo que siento por mor de una supuesta política que no me interesa. O no tanto como para aceptar el reto.
El reto. Eso es lo que lo hace interesante. La posiblidad, la oportunidad de hacer algo por una institución que es madre y madrastra, que te genera amor y odio, cuando no indiferencia.
Hoy, cuando me lo ha preguntado, le he dicho que no. Y me he arrepentido después porque me gusta el reto, pero no así, no en estas circunstancias, no ante este no saber perder del que hace gala, no por una lealtad, seguramente, mal entendida. Hoy no. Y tal vez ya no haya opción de cambiar de opinión. Pero es que hoy el cuerpo y el ánimo me pedían decir no. Y lo he dicho.

jueves, 12 de mayo de 2005

Lealtades. Lo malo de las lealtades no es que te debas a ellas. Estas te crean ansiedad y angustia -como en el bolero-, pero por responsabilidad. Lo malo son esas que tú misma te creas, a veces de manera consciente y premeditada. Las que te echas a la espalda, muchas veces sin que nadie te obligue, son demasiado pesadas y díficiles de llevar. Como nadie te las ha impuesto, tú misma te pones el alcance y el límite. Y la ansiedad, angustia y desesperación -como en el bolero, pues- te las creas, igualmente, tú solita. Yo ando en este momento definiendo una de estas y no llego a conclusiones. A pesar de que cuando me paro a analizarlo no veo transgresión o traición en ninguno de mis actos, el corazón y el estómago no me dejan quedarme tranquila. Y yo me fio mucho de los vaivenes de mi corazón y de los espasmos de mi estómago. Quedar a comer con un amigo para hablar de nuestras cosas me parece el complot más grande y más ladino y felón de la historia. Tal vez deba dejar de pensar en ello y no dejarme paralizar por lo que nadie, más que yo, me he impuesto.

lunes, 9 de mayo de 2005

A cuenta del embarazo acabo de oir una reflexión que me deja perpleja. Ahora sí, ahora la plebeya se ha ganado el puesto. Yo, que pienso que esa es la exclusiva función de la institución, perpetuarse, estoy de acuerdo. Pero si no se remedia, esa será la forma de jefatura del Estado del país donde vivo, de tal manera que esa señora será la consorte del titular del cargo. Por eso me parece antiguo, carca y tremendamente machista entender que, ahora que sí sabemos que puede parir, se ha realizado como persona. ¿Quiere eso decir que las que no tenemos descendencia no somos personas completas, capaces de ejercitar puestos de responsabilidad?. Eso es lo que tiene aplicar la lógica de los tiempos a una cosa tan rancia como la monarquía. ¡Qué cosas nos quedarán que oir!.

viernes, 6 de mayo de 2005

Qué fácil es alegrarle a una el día. A pesar de que no era triste, este señor lo ha conseguido. Salgo de mi masaje y se me rompe el zapato; pienso en coger un taxi cuando veo que sólo tengo un billete de 50 euros. Pregunto al taxista si tiene cambio y me dice que sí. Así que entro en el coche. Entonces me da un caramelo. "Esto por la sonrisa". Gracias, le digo. No es nada. Me pregunta qué música quiero y se ofrece a ponerme flamenco. Debe ser por el acento, pero le digo que no me gusta el demasiado puro. "La mezclita", le digo. "¿Bebo y El Cigala?". "Perfecto". Me ofrece una revista e iniciamos el trayecto. Cuando estamos cerca del destino, mientras El Cigala se empeña en explicar cómo es posible querer a dos mujeres a la vez y no estar loco, el taxista se queja. "Esta música es bonita, pero yo tenía una sonrisa en este espejo y ahora no está". Entonces la despliego, como una vela al viento. Y él me lo agradece. En la puerta de mi casa, junto a la escalinata que me acerca al hogar le doy las gracias por el trato y le pido disculpas por haberle dejado sin cambio. "No importa. Todo eso lo vale esa sonrisa". Y se la vuelvo a regalar, sin esfuerzo, franca y sincera. Así da gusto viajar, así da gusto vivir.
No consigo hacérselo entender. X se preocupa por mi y se empeña en hacerme salir, conocer a gente, incluso concertarme citas a ciegas. No, cielo, es que yo, en este momento, lo menos que quiero es una historia, un proyecto a largo/medio plazo. No. No quiero ahora salir a buscar. No sólo porque las últimas aventuras hayan acabado fatal, que eso forma parte del riesgo. No, es que estoy muy a gusto sola. Bien es verdad que a veces, demasiadas veces, una echa de menos la pasión, el deseo. A veces una lo que echa de menos es sentirse deseada por otro, sentir las miradas, saber que, si quieres, la aventura está servida. Pero sólo un rato, por favor, un fijo discontinuo, con el único compromiso de volver cada cierto tiempo, a vivir la pasión, sin más deber que el de pasarlo bien y hacer que la pareja lo pase bien también. Lo otro, la historia de amor se queda para más tarde. X no lo entiende. ¿No es tan complicado, no?.

martes, 3 de mayo de 2005

Reciclar afectos. Nunca he sido muy partidaria de ello, pero él no me deja otra alternativa. El amante voraz, loco, atrevido y feroz que, de forma intermitente, me ha estado llevando al cielo en los últimos años ha decidido convertirse en mi amigo. Nos falta cierto rodaje, cierta flexibilidad, esa que nos llevaría a hablar de nuestra relación carnal con naturalidad cuando estamos solos, frente a una cerveza. Anoche le llevé a casa y nos despedimos en la puerta. Recordé la última vez, cuando me arrastró escaleras arriba, abriendo la puerta con rapidez, subiendo a su buhardilla mientras nos arrancábamos la ropa en los escalones, como fieras. Ahora charlamos de sus cosas, de sus amores, de sus miedos y cobardías, de mis anhelos, de mis renuncias, de mis soledades. Como dos viejos amantes que ya no pueden amarse, pero se conocen bien. Podría ser bonito si no fuese por esa sensación que me embarga de no haberle sacado todo el jugo posible a nuestro juego previo. Me gusta esta nuevo amigo, pero echo demasiado de menos al hombre que me buscaba en la noche y siempre me encontraba.

lunes, 2 de mayo de 2005

Busco en mis armarios y me encuentro con mis muñecas, las que poblaron mis juegos infantiles. Encuentro mi Nancy, la chica perfecta, rubia, con los ojos claros, su larga melena, sus vestidos, sus complementos. Entre los vestidos un traje de gitana, rojo, de lunares blancos. Como es mayo en mi ciudad mágica, su mes festivo y hermoso, se lo coloco, recordando cómo disfrutaba cuando era una niña. Estoy en estas y me sorprendo al ver la etiqueta del traje. Esa muñeca perfecta, de cintura estrecha, pechos turgentes, caderas recogidas, largas piernas delgadas...¡usaba una 46!. Aquí tengo la prueba de la evolución en el tallaje y cómo nos han hecho exclavas de la moda. Hoy una talla 46 es una talla enorme, hoy esa muñeca usaría una 36, cuando no una 34. Hoy me siento algo más feliz, porque llevo talla de Nancy, de la de toda la vida, de la de "verdad".
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