viernes, 1 de octubre de 2004

Hoy alguien me ha dicho que le da alegría cuando me ve. Que siempre tengo una sonrisa dispuesta y una palabra amable. Forma parte de mi manera de ser, supongo. Siempre hay tiempo para un mal gesto, una decepción o una lágrima. Y yo suelo guardar las mías para mis ratos de soledad. Pero a veces se desbordan de modo inconveniente. Hoy alguna se me ha escapado. Por fortuna, quien ha alabado la luz de mis ojos hoy no la ha visto. Los familiares han aguantado estóicamente el ceremonial, largo, tedioso. Pero cuando los han nombrado, con voz alta y firme, han llorado. Y yo con ellos. Entre aplausos, como si el ruido amortiguase el dolor. Un bonito y pequeño homenaje.

No hay comentarios:

free web counter