miércoles, 6 de abril de 2005

Esto de mantener la amistad, el cariño y el contacto con antiguos novios-amantes es una cosa muy bonita, pero que debe tener un límite. Una cosa es una cosa y otra abusar de una. Sobre todo cuando se dedican a pasarte por las narices lo felices que son junto a esa mujer que les comprende, les quiere, les cuida y les respeta como no hiciste tu (la negrita es nuestra).
Vale que sigas hablando con él, contestando a sus dudas, resolviendo sus problemas técnicos y los de su familia. Vale. Pero la cosa empieza a ponerse fea cuando te invita a la boda. El reto es importante. Hay que ir espectacular. Las comparaciones, odiosas, estarán a flor de piel. Y el colmo es cuando te anuncia el futuro natalicio del bebé, el fruto de su amor. Eso ya es demasiado. Queda fuera de cualquier tipo de decoro; no queda bonito, vaya. Por qué, ¿qué necesidad tengo yo de imaginar los escarceos húmedos de esos dos haciendo uso del matrimonio?. Que no, vaya, que no. "Vamos a ser papás". "Enhorabuena, cielo. Debe ser una epidemia. En Roma se están reuniendo unos trescientos que también quieren serlo, sólo que ellos tienen voto de castidad. No como tú". "Sigues siendo la más divertida e ingeniosa que conozco. A ver si nos vemos y charlamos". "Seguro".
Lo dicho: Indecoroso.

No hay comentarios:

free web counter