sábado, 25 de junio de 2005

No sé si se me nota mucho, pero empiezo a pensar que soy una blanda. O que estoy enfrascada en una de mis contradicciones, de las muchas que no tengo más remedio que asimilar.
Su visita fue un cúmulo de sorpresas. Me gustó nuestra complicidad, nuestra falta de pudor, esa que siempre habíamos tenido y que desapareció, como por ensalmo, cuando empezó su nueva relación. Aceptado el nuevo estatus, nuestra relación corrió por esos caminos seguros, tranquilos y correctos que él acotó y yo asumí. Por eso, nuestra intimidad, siempre dentro de los límites establecidos, durante las pocas horas que pasó en casa, me gustó tanto.
La sorpresa vino por la mañana, cuando, como otras veces, cariñoso, mimoso, atento, se coló en mi ducha, solícito a enjabonar mi espalda y todo aquello que yo quisiera. Por unas décimas de segundo, dudé de lo que iba a pasar, pensé en decirle que parara, pero no lo hice, no. Al fin y al cabo estaba segura de que no iba a significar nada. Sabía perfectamente cuál era el siguiente paso, obviar lo que estaba pasando, tomándolo como algo normal de nuestra amistad, una amistad especial, con derechos adquiridos, siempre en la intimidad absoluta.
En efecto, de nuestro juego bajo el agua apenas guardo recuerdo, más allá de la experiencia gozosa que supuso. Pero queda otro recuerdo, el que me atenaza, el que me engancha. Sus brazos oscuros, sus manos fuertes y morenas sobre mi piel, ese contraste blanco-oscuro que me parece tan bello y tanto me excita. Y su abrazo bajo el agua, tierno, su cuerpo mojado, mis pechos rozando su torso y el cariño que había en ese gesto. Pegados, durante unos segundos, hasta que yo decidí salir del ensueño y de la ducha, secarme y romper el encanto. Por eso no acepté su ofrecimiento para untar de crema mi espalda, para abrochar mi vestido, para atarme la cinta de las sandalias alrededor de mi tobillo.
Y, sin embargo, el esfuerzo fue inútil, porque no consigo olvidar ese instante en el que me sentí mimada sin tapujos, sin telas de por medio, sólo agua y piel.

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