viernes, 16 de diciembre de 2005

Ayer, una amiga me mandó este correo:
"Le quiero mucho, le quiero tanto. Es un amor sosegado, rendido, con las reglas asumidas, interiorizadas, llevan siéndolo desde hace casi dos años. A mi, es verdad, a veces, se me salen las ganas por la boca....y entonces, me retiro a mis cuarteles de invierno. Porque no puede ser, no puede ser. Yo lo sé, él lo sabe. Fíjate, le quiero tanto que no intentaré nunca nada más de lo que tenemos, porque no quiero que lo sufra, no quiero que traicione ni que se traicione".
Le contesté mandándole ánimos, incitándola a conocer a gente, a salir de su circulo vicioso y felicitándola por tener tanto amor en su corazón. No le dije cuánto me recordaba a mi misma hace años, cuando amé así. Ese primer amor, no adolescente, sino maduro, sentido, querido, deseado, consumado hasta los tuétanos. Tampoco podía ser. Por eso él sufría, por eso disipó mis dudas para marcharme de mi ciudad mágica. "Vete, por favor, vete. No soportaría tenerte cerca y no tocarte, besarte, amarte. No soportaría dañarla a ella. A ella la quiero, a ti te amo". Y yo, le quería tanto que me fui, aunque dejase allí tantas cosas, sobre todo a él, al que quería tanto que dolía. No le dije a mi amiga lo que sentí cuando en uno de mis viajes le vi con otra, que no era ella. El dolor de la traición.... qué ridiculez.... de la traición a mi sacrificio, a mi desamor callado. No, no se lo dije a mi amiga. No era el momento...aún.

No hay comentarios:

free web counter