jueves, 16 de marzo de 2006

Pues sí, al final cuadró. La academia relajó el ceremonial y el cantante se adaptó al protocolo. El encuentro, en el punto exacto, nos dejó un acto hermoso, emotivo, cargado de contenidos y de gestos. Lagrimas al borde de los ojos, voces cortadas, corazones en un pálpito. Así estuvimos todos. Hasta el Rector, grande y de negro impoluto, se vio embargado por la emoción, con lo que la ternura acabó por llenar el paraninfo que, milagros de la arquitectura, se adaptó de manera perfecta al momento.

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