domingo, 6 de agosto de 2006

En momentos como estos la odio. Cuando no se deja abarcar, aprehender. Cuando se vuelve agresiva e implacable. Es cierto que sólo le pasa un par de meses al año, pero se me hace tan duro verla ahí, fuera, burlona, sacando su lengua de fuego, riéndose de una.... Ay, esta ciudad mía, que me da fuerzas, no se deja abrazar y me condena a mirarla desde la penumbra del salón a oscuras, bajo un ventilador.

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