lunes, 22 de enero de 2007

Soy una ingenua. Una terrible ingenua. Yo creía que se trataba de trabajar bien, siendo honesta y leal con la institución. Y resulta que no es así, que hay que medir palabras, mensajes, consecuencias, primarias ocultas, mil circunstancias. ¡Vaya! Yo creía que eran habas contadas. Trabajabas unos años y volvías a tu pequeño despacho, a seguir estudiando y cumpliendo con tu deber. El poder...debe ser el poder...nímio, minúsculo y ridículo, aunque para algunos parezca tanto y tan importante.
A mi, sinceramente, me dan unas ganas de irme a mi casa...

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