Me cuenta anoche que sus hijos preguntan más por mi que por su madre.
Orgullosa, porque me lo he trabajado mucho y bien (sin falsa modestia). Miedo, porque implica un compromiso más allá, más fuerte, más potente y más duradero que el que él y yo podamos tener. Preocupación, porque perdamos el norte de "lo nuestro" pare dedicarnos a ellos.
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