domingo, 26 de octubre de 2008

Anochecía sobre Madrid y la vista desde aquel piso 14 del edificio dejaba ver tejados y luces rojizos. En la semipenunbra del salón, él buscaba su cuerpo por entre los pliegues de su ropa. Ella se sintió sorprendida por el distinto olor y sabor. Distintos al que desprendía ese otro cuerpo que conocía tan bien y que había sido su refugio durante los últimos meses. En el fragor de la batalla silenciosa, sólo eso pasó por su mente.
Durante algunos días pensó en ello y sintió que había dejado atrás un lastre. Y se sintió más liberada

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