domingo, 20 de julio de 2003

Hoy, por primera vez en mi vida, he pasado la noche fuera de la casa de mi madre. No preguntéis por qué, imaginadlo. Y todo iba bien hasta que a las 8 de la mañana, mi móvil ha empezado a berrear, vibrando y centelleando: mi madre me buscaba.
Cuando he llegado a casa y ha insisitido e insistido en saber dónde he estado, parecía uno de esos policías inflexibles, que busca fisuras en la coartada del presunto culpable. He estado en un tris de contar la verdad, pero me he contenido.
A veces pienso que las madres, en su fuero más interno, desean que nos pase algo malo en la noche, como para confirmar su teoría del peligro que nos acecha. Para decirnos "ya te lo decía", una vez más.
Pobre, si llega a saber de dónde venía. Aunque con solo mirarme la cara.... pero supongo que queda fuera de sus juegos mentales siquiera planteárselo.

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