lunes, 1 de septiembre de 2003

Gwendolin se sintió morir el otro día. Era una fiesta a la que él estaba invitado; se encontraría con él, después de meses de silencio. Gwendolin no sabía cómo reaccionaría, ni si él lo haría. Gwendolin no podía imaginar que ella también estaría. Cuando la vio aparecer, Gwendolin pidió que la tierra se abriese bajo sus pies y la tragase, que por arte de magia, Gwendolin se volatilizase y desapareciese de allí dejando una pequeña estela de humillo rosado. Afortunadamente, Gwendolin no estaba sola; varios amigos la sostuvieron en vilo, la ayudaron, la abrazaron, la mimaron, la quisieron y la reconfortaron. En unos minutos, Gwendolin recuperó la compostura y, con ella, el vuelo y la sonrisa.
¡Qué pequeño e insignificante se aparecía él!. Gwendolin superó la prueba, bailó, rió, soñó, amó esa noche y vió las luces del día. ¿Él? ¿Y qué demonios importa! Gwendolin amaneció con una sonrisa de felicidad. Prueba superada. Bravo por Gwendolin.

P.D. Feliz vuelta de vacaciones a todos.

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