miércoles, 5 de noviembre de 2003

No sé si eres tú ese visitante anónimo, que no conozco, y que aparece en mi contador. Y como sé que, aunque te voy a ver pronto, no podré hablar contigo de esto, te contaré lo que pienso.
Nunca entendí esos amores que te hacen cambiar tanto que consiguen que uno no se reconozca a sí mismo. Y menos esos que te hacen cambiar cuando la persona amada está presente.
Para los amigos, para los que están siempre, es difícil saber a quién se van a encontrar en cada momento. Y, sobre todo, no es justo andar con caretas, porque uno llega a dudar de cuál es la cara verdadera.
También es injusto, mucho, para la persona amada. Yo jamás querría estar con alguien que no es quien es. Con alguien que finge cuando está conmigo. Y mucho menos cuando el teatro tiene su origen en el miedo.
Me gusta que me quieran, no que teman las consecuencias de no ser lo que yo quiero que sean.
Por supuesto, la otra parte tiene mucha culpa. El principio de toda relación es querer a alguien como es. Cualquier intento de cambiar a la persona que amas está condenado al fracaso.
Pero, en este caso, la persona amada no me importa en absoluto. Me importas tú, porque te he querido mucho, incluso después de descubrir tus muchos defectos, incluso después de darme cuenta de que me mentías, incluso después de saber que, ni de lejos, te quiero en mi vida, porque no te lo mereces.
Si eres tú el que lleva varios días leyendo estas páginas, quiero que sepas que ya no te quiero, porque me mentiste y me has hecho daño, mucho daño. Cuando te veo tan pequeño, tan minúsculo, tan derrotado, tan solo, me das pena.
Aunque debo confesar mi debilidad: me sigue encantando bailar contigo.
Hasta el próximo baile.... por supuesto, cuando ella no esté.

No hay comentarios:

free web counter