jueves, 4 de marzo de 2004

El Tribunal Constitucional español ha entendido que el ruido atenta contra los derechos individuales. No sé qué entiende el Tribunal que es ruido, no he leído la sentencia, pero me imagino que califica como tal la música alta, preferentemente moderna. A lo mejor se refiere al ruido de las máquinas y de los coches.
El Alto Tribunal quiere que los ciudadanos españoles vivamos tranquilos, sosegados, en paz. Por eso pienso que, tal vez, el Tribunal se refiere a otro ruido, el de las balas, el de las bombas, el de las guerras, el de la violencia, el de la miseria, el del hambre, el de la rabia... O no. No sé por qué, creo que no.
Es curioso que en un mundo "globalizado" como el nuestro, donde las noticias del otro lado del mundo se conocen, en tiempo real, en esta orilla, donde el movimiento de una empresa en Japón puede provocar, por ejemplo, la caída de la bolsa en París, ese ruido del que hablo, el de la pobreza y la injusticia, no nos llegue aquí. Y es triste comprobar cómo no entendemos que ese ruido sordo, potente, penetrante y aplastante atenta, igualmente, contra nuestros derechos individuales. Qué pena me da pertenecer a este mundo sordo.
Gastamos miles de millones en ir a Marte a descubrir vida, pero no somos capaces de conseguirles a los que nos rodean, más o menos creca, una vida mejor aquí. Curioso, cuanto menos.


P.D. Esperanza Aguirre dice que, cuando dijo que dimitiría si no reducía en dos años las listas de espera para intervenciones quirúrgicas a un mes, se refería a las operaciones de juanetes.
Yo no oí eso, la verdad. ¿Será por qué había mucho ruido cuando lo dijo?. ¿Será que el ruido me dejó sorda?.

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