miércoles, 8 de septiembre de 2004

¿Qué posibilidades hay de que, en una ciudad como esta, con miles de licencias, cojas dos veces el mismo taxi? ¿Y de que el taxista sea ese al que una noche de parranda le diste, en un acto de locura, la tarjeta de visita de tu trabajo cuando te pidió el teléfono para quedar contigo otro día? Uy, pues casi. ¡Qué susto me llevé!

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