miércoles, 13 de octubre de 2004

Dónde acaba la temeridad y empieza el miedo. Hasta dónde es heroísmo o un deseo de superar un dolor. Se trata de valor o de esa necesidad de sufrimiento que nos ha inculcado nuestra cultura. Pesa más la realidad o el valor de los símbolos. O es sólo fetichismo.
Él estuvo en casa una semana. Cuando se marchó intenté borrar cualquier signo de su presencia, eliminé cualquier objeto o señal que me lo trajese a los ojos o al pensamiento. Él ya no está. Sólo quedaba una cosa y hoy decidí superarlo. No fui capaz de volver a usar las sábanas que nos cubrieron durante esa semana. Temía que, a pesar del jabón, del sol y del aire, su olor, su sudor, sus cabellos sueltos siguieran ahí.
Hoy las ví, dobladas en mi ropero oliendo a suavizante. Y decidí que había llegado el momento. El destino hizo el resto. Cómo es el destino. Antes de acostarme me duché y me metí desnuda bajo las sábanas. Justo cómo la última vez que las usé. La diferencia es que esta vez él no estaba. No le he echado de menos. No a él.

P.D. Anoche ví "Lucía y el sexo". La tenía grabada. No la había visto. Ni siquiera tenía idea de qué iba. Me ha resultado muy inquietante. Mucho. Sexo, fotografías, alguien que cuenta historias -verdaderas o inventadas- para que otros las lean en su ordenador o en internet, personajes que acaban encontrándose, una isla para olvidar y para curar las heridas, una niña hermosa... Muy inquietante.

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