lunes, 18 de octubre de 2004

El día se volvió gris y yo me volví irascible, irritada y triste. Así que decidí irme, enrocarme, como le dije a J, alias Iskra. Durante el trayecto decidí hacer una parada en una tienda y la fiebre consumista me fue alegrando el ánimo. Apagué el móvil y me dediqué a mirar, a probar, a comprar. Reconciliada con el día, encendí el teléfono y llegó la llamada salvadora. No hay nada que tres vermut, una tosta de jamón, un plato de sabrosos ahumados y un ron no curen. El día estaba salvado. Pero todavía quedaba lo mejor: tachaaaán!. J me acompaña al concierto del miércoles y luego a cenar, y luego... Y tengo otra invitación a la fiesta de fin de Ramadán, siempre que me cubra la cabeza y no lleve ropa corta. El anuncio de su visita me llena de alegría, porque es un amigo tierno, que me da cariño y risas. Hoy ha hecho arroz con leche según la receta de su madre. Y ha prometido prepararlo aquí, en mi cocina, cuando venga.

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