sábado, 18 de diciembre de 2004

Siempre pensé que era muy difícil vivir sabiendo que los de tu alrededor, esos que de verdad te conocen y que te importan, son conscientes de tus defectos y te los ponen delante de los ojos en cuanto tienen ocasión. Es muy duro que siempre vean el vaso medio vacío, pero esta circunstancia tiene una visión positiva, sobre todo para los que nos empeñamos en ver ese mismo vaso medio lleno: nunca paras de intentar mejorar, de luchar para conseguir, si no un halago por tu mejoría, sí un reproche menos por tus fallos, tantos.
Últimamente, sin embargo, veo que tampoco la situación contraria es mejor, ni mucho menos. Cuando esas mismas personas te ven tan perfecta, tan responsable, tan buena madre, mejor hija o esposa, magnífica profesional, estupenda persona, debe ser tremendo encontrarse en el borde del precipicio a punto de caer. El miedo a la decepción, a perder el estatus de "persona 10" debe ser tan tremendo que te paraliza el corazón y la vida y apenas te deja sitio para respirar. Porque, además, cuando una se siente 10, no tiene alicientes para mejorar la perfección. Y siempre se ha dicho que lo difícil no es llegar, sino mantenerse.
Las que, como yo, sentimos que no hemos llegado nunca, no nos relajamos y siempre tenemos motivos para seguir; pero el miedo a perder el trono debe ser demasiado terrible como para que merezca la pena ese trono, a veces, tan fácil o tan gratuítamente obtenido.
Lo perfecto, tal vez, sea el punto medio, como en casi todas las cosas.

No hay comentarios:

free web counter