viernes, 17 de diciembre de 2004

Una manta en el sofá, una caja de pañuelos, el vaso de leche tibia y "Memorias de África" en el video. Lista para una velada de llanto desconsolado. Consciente y liberador. Premeditado. Hoy ha sido un día duro, inevitablemente trufado de esa revolución hormonal que me sobreviene cada 28 días. Me he enfadado tanto; y acto seguido he querido llorar y escapar, pero no podía, porque me había comprometido a sonreír a diestro y siniestro, sin ton ni son, absúrdamente. Sí, ya sé que no tenía necesidad, que podía haber inventado una excusa, pero no lo he hecho y aquí me encuentro, lista para iniciar la velada purificadora. Esa que conseguirá que ese fango que se encuentra en el fondo de la botella sea eliminado. Porque me temo que en los 28 días que siguen se va a acumular mucho poso.

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