lunes, 7 de febrero de 2005

Visitas debidas
Entro en la Capilla Sixtina y lloro. No puedo evitarlo. Miro ese Juicio final, las figuras, los profetas y las sibilas y recuerdo mis clases en el instituto y a mi profesor de arte, hablando con pasión de la obra. Y ahora siento que cumplo una visita, con veinte años de retraso. Y me emociono. Igual que cuando veo la Pietá, la primera, y cuando entro en la sala donde el David, majestuoso, me espera al final de una galería. Las lágrimas me caen por las mejillas, incluso ahora, cuando escribo esto recordándolo. Las Estancias de Rafael, la imagen conocida de la Academia. Las amé hace años y ahora estaban al alcance de mi mano. Y mis ojos las contemplan y las aprisionan.

Sitios donde vivir
Me gusta Florencia. Mucho. Es, tal vez, la única ciudad de Italia donde no me importaría vivir. Tranquila, llena de bicicletas y hermosa. A cada paso un palacio, una estatua, una postal. El ponte Vechio, el palacio Pitti, el Baptisterio, con sus puertas de bronce. La plaza de San Lorenzo con su mercado al aire libre. La plaza de la Santa Croce. Sí señor, me gusta esta ciudad.

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