sábado, 2 de julio de 2005

Me llama para contarme que la Princesa de ojos grandes pasó un día feliz, celebrando la noticia, esa que nos da más igualdad. A sus diez años, la Princesa disfruta de estas cotas de libertad, sobre todo mental, que a otras nos costó asumir, siquiera sea por la educación recibida en casa. La envidio por ello. Pensar sin taras debe ser relajante. Las que hemos recibido otra formación debemos estar siempre alertas para evitar que se nos vaya el subsconsciente domesticado hacia lugares donde no impera el sentido común y la lógica.
Su madre me llama y me invita a salir hoy a la calle las tres, a celebrar la buena nueva, a darnos un baño de tolerancia, de normailización, de risas y de vida. Estoy encantada con la idea. Me gusta ver cómo la Princesa va interiorizando que una persona es buena persona, sin que importe con quién comparte tálamo y vida. Es tan evidente. Y mi Princesa lo sabe ya, a sus diez años. Y eso también debe celebrarse hoy.

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