jueves, 29 de septiembre de 2005

Lo consiguió. Me crispó. Tanto que le he pedido al taxista que cambiase de emisora o que apagase la radio. ¿Cómo se pueden decir tantas mentiras? ¿Cómo se puede transmitir un mensaje tan antiguo, carca y falso? Esta emisora es la prueba de que, utilizando la libertad de expresión que se nos reconoce a todos, se puede salir al aire contando falsedades, una detrás de otra. El sistema beneficia al que lo desprecia. Ellos también critican eso cuando les conviene, pero se aferran a su pretendida libertad cuando se le echa en cara. Voy a tomarme un café con amigos. A ver si me tranquilizo.

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