sábado, 15 de octubre de 2005

Palabras de apoyo, de admiración, de halago. De fe en mis posibilidades. Más de la que tengo yo en mi misma. Me gustó escuchar algo que ya intuía, sin comprender por qué, desde cuándo, en qué momento lo vió. Pienso yo que se dejó llevar por un prejuicio, una corazonada, un pálpito y, tal vez, acertó. En cualquier caso, lo último que yo quisiera en este mundo es desmerecer su apoyo, su fe en mi, decepcionarle ni una milésima. Estas lealtades, estos compromisos son de los que no cuestan, de los que se llevan con gusto.

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