jueves, 10 de noviembre de 2005

Ella es especial, sin duda. Un aura de paz, de inocencia, de ingenuidad la rodea. Vive en la mentira de la belleza y lo sabe, así que busca otros criterios para formar sus afectos. Le pregunto sobre el físico y siempre responde lo mismo. "No lo sé. Yo sólo te veo el alma" Y lo mejor es que estoy absolutamente convencida de que es cierto, de que está dotada de medios extras para reconocer lo de dentro, para no dejarse llevar por lo de fuera, para bien o para mal. Es una luchadora nata, una mujer sacrificada y dura, que puede conseguir lo que se proponga. La vida la ha puesto al límite demasiadas veces para que ella no sepa valorar cada gesto, cada risa, cada guiño, cada mirada, cada abrazo y cada sinceridad. Hoy ha entrado en este diario sin candado y se ha entusiasmado sabiendo que puede estar en contacto conmigo con una simple tecla, como si yo no supiese que siempre está conectada a mi, porque me tiene en la mejor parte de sus pensamientos. Me encantará verla por aquí más a menudo. No suple el encuentro personal, claro, pero los tés cibernéticos tampoco están mal. Bienvenida Elfo.

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