miércoles, 2 de noviembre de 2005

No hay nada como un argentino adulador para alegrarte un duro día. "Funsionaria, casa propia, veinticuatro años... Vos sabés que el médico me resetó algo así?". Qué se puede hacer ante esto, sino sonreír. "Por qué trabajás tanto?. Para qué querés tanta plata?". Firmo los papeles y al marcharse, dos besos y de nuevo el coqueteo. "Cuándo es que vos salés a tomar una copa?". "Vendré a supervisar la instalasión de la caldera. Tengo tú teléfono, gallega".
Menos mal que quedé tan tarde con él. Al menos un día cansado, triste, decepcionante y largo ha terminado con una sonrisa.

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