viernes, 9 de diciembre de 2005

Hoy va de miedos. No de los mios, que darían para un libro. De los de otros. Miedo a empezar una historia y miedo a acabar otra. Miedo a comprometerse y miedo a romper un compromiso que se siente pesado, inútil. Curiosamente, les unen más lazos de los que ellos imaginan, cuiosamente. Por ejemplo, les uno yo, haber entrado en sus vidas, haberme quedado parada un tiempo y seguir en ellas, de otra manera, de la única manera que ellos me permiten estar, pero que, hoy por hoy, me compensa.
Yo siempre he pensado que el amor me daba fuerzas, me hacía invencible, inexpugnable, vencedora. Igual no lo era, pero yo me he sentido así y el sentimiento de euforia, la adrenalina que provoca, era tan excitante que daba miedo, pero era otro miedo, ese que te hace maravillosamente irresponsable y atrevida.
Ellos no aman y por eso tienen miedo. Pero de ese que te agacha la cabeza, te la hunde entre los hombros y te hace invisible.
Y junto a este miedo, un correo lleno de valor, de autoestima, de fuerza. También sale del amor, del no correspondido, que ese también quita fuerzas mientras no eres consciente, pero da mucha cuando decides tomar, de nuevo, el mando de tu vida.

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