sábado, 4 de febrero de 2006

¿Por qué excluir el amor impide la caricia? Después del fragor de la batalla un abrazo calma, la mano sobre el corazón ajeno desbocado lo detiene y lo sosiega. La caricia tenue de una mano grande y poderosa que se posa sobre la piel sudorosa la relaja y la vuelve de nuevo sedosa y dulce. Una boca en el cuello, que deposita un beso, te agradece el regalo. Las reglas son claras; por eso ser atento y agradecido es sólo eso, ser un caballero atento y agradecido, no un principe azul.

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