viernes, 30 de junio de 2006

Vamos a tomar una copa que es el último examen. Hoy se oye mucho esto por aquí. Terminan el curso y aprovechan el viernes para celebrarlo. A partir de ahora, derogarán toda la materia aprendida, quizás aprehendida, y se dedicarán a descansar.
Hoy examinaba también a un alumno de un máster. Al acabar hemos comido juntos. El titulo propio le ofrece prácticas en empresa. Yo le felicitaba por ello. "Pondrás en práctica todo lo aprendido. Es estupendo". Para mi sorpresa, se muestra descontento. "Se acabó lo bueno; hay que incorporarse al trabajo; se acabó la vida de estudiante".
Hace años una alumna se me acercó en un día como hoy. "Si suspendo este examen, me suicido", me dijo tajante. Yo le amonesté, y entre bromas le dije que si se suicidaba por un examen, le quedarían pocos remedios cuando el futuro le plantase delante problemas de verdad. No sé si aprobó o no. No lo recuerdo, pero hoy me he acordado de ella.
¡¡¡Qué dichosos son!!!!. ¡Qué fácil solución tienen sus problemas!. ¿O será que luego perdemos la capacidad de relativizar y de reirnos, nos volvemos trascendentales y no sabemos salir del atolaldero de los "lios de adultos"?

(Me doy cuenta que es el segundo post en el que hablo de suicidios. Aunque no en el mismo sentido, empiezo a preocuparme. ¿No me estaré obsesionando? ;-). Además, como dice mi amiga Greta, me debo estar haciendo mayor, porque cuento demasiadas historias de "abuela cebolleta". Cuando se tienen anécdotas....)

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