jueves, 19 de abril de 2007

La conversación ensayada hasta el cansancio, hasta la jaqueca. La decisión firme, convencida, serena, analizada, meditada, decidida. Las palabras justas, necesarias, imprescindibles reflexionadas. Las frases repetidas una y otra vez, hasta la locura.
Y hoy, hace treinta y cinco minutos, cuando el número, el máldito número, ha aparecido en la pantalla, he descolgado con el corazón loco, desbocado, a punto de salirse por la boca... y no he sido capaz. Veintiocho minutos de conversación y nada. La naúsea se me ha convertido en lágrimas, no tanto por no ser capaz de habérselo dicho, sino porque ni siquiera he recordado lo que tenía que decirle, o, lo que aún es peor, ni siquiera he sido consciente de que tenía una conversación ensayada, repetida, calculada, hasta el cansancio, hasta la jaqueca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

cuando menos te lo pienses te saldrán las palabras por la boca, sin que tu puedas controlarlas. Tu metodología del hiperensayo creo que no es la correcta, sino la firmeza de planteamientos. En esos casos no hace falta nada. Y aquí te planteo para que te plantees ¿estas segura que tu ensayo es lo que quieres que sea la representación, o deseas, en tu fuero interno otra cosa?

Rosa dijo...

¿Crees que si no deseara otra coas sería necesario afirmar planteamientos? En ese caso, ni siquiera haría falta pensarlo. Bastaría con no descolgar el teléfono. Pero soy débil, supongo.

free web counter