viernes, 20 de junio de 2003

Hoy sigo indignada. El gobierno, el de siempre, el de últimamente, quiere que en la Constitución europea se recoja una referencia expresa al cristianismo. No he leído a fondo la propuesta de mi país -eso es lo malo, que las propuestas de ese gobierno que nos gobierna se hacen en mi nombre, como otras cosas que no me gustan, pero esa es la grandeza/tragedia de las democracias-, pero me temo lo peor.
Es indudable que desconcer el "hecho religioso" -nueva asignatura de bachillerato que puntuará como las matemáticas y la lengua- es desconocer la historia propia. Y es indudable, igualmente, que ese hecho religioso, por estos lares, es el cristianismo, o mejor, el catolicismo. Mucho de lo que somos se explica de ese modo: la historia, la literatura, el arte y muchas maravillas más creadas por la mente del hombre. Pero también la mente humana ha creado monstruos y lo ha hecho en nombre de esa religión. Y lo sigue haciendo, que es lo peor.
Cierto que el pecado de la intolerancia, el ostracismo, la tortura y el integrismo no es privativo del crisitanismo. Pero alguien tiene que romper la baraja y decir basta ya. Y por lo que veo, esta vez tampoco mi país va a abanderar esta lucha.
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