viernes, 31 de diciembre de 2004

Siempre me da miedo este día, el último del año. Miedo a que se vaya, definitivamente, este amigo, que me ha dado alegrías y tristezas, pero conocido y por lo tanto controlado. Me levanto temprano y lo vivo intensamente, cada segundo, como se vive cerca de ese moribundo que se va o de esa persona que sale de viaje para tanto tiempo. Conforme se acerca el momento de las campanadas, un nudo de angustia me atenaza el corazón. Y cuando muere, por fin, lloro. Siempre ocurre así.
Los dos últimos años fui feliz en nochevieja, porque estaba enamorada y estuve con ellos. Es bonito celebrar una noche con la euforia del amor. Este año no tengo a nadie a quién abrazar especialmente y besar tiernamente. En realidad, ni siquiera me apetece ir a ninguna de las fiestas a las que me han invitado, ningún plan me parece lo suficientemente atractivo. Pero imagino que acabaré bailando y riendo, como siempre. Cosas de ser como soy.
Feliz entrada en el nuevo año. Nuevas perspectivas, anhelos y deseos. Ojalá todos se cumplan.

No hay comentarios:

free web counter