martes, 4 de enero de 2005

La conocía desde hace tanto tiempo. Formaba parte de sus encuentros desde hacía años, no sabía cuantos. Hasta esa noche, en la que apareció enfundada en su vestido rojo y se materializó en mujer, hecha y derecha, excitante, deslumbrante. Eran sus mismos ojos, su misma sonrisa pícara, la de siempre, pero era distinta. Todo en ella era exótico y nuevo y atrayente.... y peligroso. Por eso puso todas las barreras y se ató los machos, los del deseo y la atracción, porque no era posible, no era conveniente, no podía ser. Desde entonces cada vez que la ve se recrea en su carne, que ella, consciente, enseña de manera estratégica. Porque eso es lo peor, ella lo sabe, distingue perfectamente sus miradas, alienta sus caricia, visuales, pero caricias llenas de calor, coloca, así, como quién no quiere la cosa, la tela donde más enseña, donde más insinúa, donde más excita. Ella es una maestra en la técnica de mostrar sin enseñar, de dejar ver sin querer. Nada es casual, dice ella, con picardía. Y ese es el juego, a eso se limita. Ver, mirar, acariciar despacio, con los ojos, notar su satisfacción.

No hay comentarios:

free web counter