lunes, 20 de junio de 2005

Razones a favor. La vacuidad de mi vida que lleno a cubetazos de trabajo; un trabajo que me gusta, que me realiza, pero que no debiera ser todo y ahora lo es. El reloj biológico, que lleva inexorablemente a que mi cuerpo, ley de vida, no responda. Y no me refiero a que caiga en la obsolescencia, sino a mis ganas. Pensar que lo haría bien, o, al menos, no lo haría mal, o, cuanto menos, lo haría lo mejor posible.
Razones en contra. Las mismas, con sus peros. ¿Tengo derecho a crear expectativas, a crear vida en estas condiciones, por estas razones? ¿Es justo que piense sólo en mi? ¿Merecerá la pena enredarse la vida, agotar las ganas, perder la independencia y la libertad -esa que no uso-?
Sin embargo, hoy me ha llegado su mensaje: "Es un niño y todo está bien". Ayer me llamaron: "Vas a ser tita". Hoy, camino de casa, esa chica lo llevaba en brazos acurrucado en su pecho, y a mi se me han salido la sonrisa y las ganas.

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